Sr. Director:

He oído en la mañana de este miércoles la entrevista en COPE a Ramón Jáuregui.

 

Estupefacto me he quedado, aunque no sorprendido. Para defender al campeón Pepiño Blanco, no se le ocurre otra cosa que reconocer, en resumidas cuentas, que el tráfico de influencias está a la orden del día, y que todos (desde concejales, alcaldes, diputados, hasta ministros centrales o autonómicos) reciben llamadas telefónicas, visitas de amigos inquiriéndoles por tal o cual asunto... "pero que de eso a recibir dinero a cambio va un abismo".

Pero, Sr. Jáuregui, es que no es necesario que se reciba dinero. Por sí solo, el tráfico de influencias es delito, del que se ha venido Vd. a autoinculpar. Si, además, se recibe o se solicita dinero, habría otro delito más, cohecho.

Resulta obsceno que Blanco siga aferrado a la poltrona, y que Cándido se abstenga por amistad (¿no es amigo de Bono, de Chaves, etc.?). El día 12 parece que la juez levanta el secreto del sumario... Según Jáuregui, no se respetan los tiempos, ya que nunca hasta ahora se había infringido la norma de respetar a los jueces los tiempos electorales, y no tomar decisiones de ese tipo.

Yo creo que no hay ninguna norma legal que diga eso. Ello demuestra la concepción de la justicia que tiene, él y sus conmilitones: la justicia subordinada al poder y al interés político. Desconoce Jáuregui preceptos constitucionales claves, como los artículos 14, 117, etc. Todos los imputados son iguales ante la ley, y son juzgados cuando se terminan de instruir los casos y se aprecie base para ello, con independencia de la estación del año en que caiga el juicio, del tiempo metereológico o del tiempo político.

Así debería ser, al menos, aunque efectivamente la justicia suele no enjuiciar a ningún político acusado de delito en períodos "sensibles", como ha dicho Jáuregui. Por desgracia.

Luego se muestra a favor de la equiparación de todas las víctimas de la situación "política" vasca, ignorando si ETA va a soltar un nuevo comunicado antes del 20-N, pero pidiéndole a dicha organización terrorista que tome de una vez una decisión "política" de alto el fuego. Sitúa en pie de igualdad España y un grupo terrorista...

Reconoció por ende que, en los años en que empezó a asesinar ETA, él estaba con o en -no me quedó claro- el entorno de dicha organización, aunque eso sí, no ha legitimado nunca los asesinatos, máxime después de la Ley de Amnistía.

Figura ésta de la amnistía que es legalmente imposible que vuelva a darse en la actualidad, por lo que si sigue el "proceso de paz" -no hay paz sin justicia-, lo que se hará (¿Rajoy?) es transferir las competencias en materia penitenciaria al País Vasco, acercar a las cárceles vascas a los etarras "arrepentidos" -ya se está haciendo- e ir concediendo el lehendakari terceros grados e indultos... ¿Habrá ya un pacto ZP-Rajoy al respecto?

Vaya personaje el tal Jáuregui.

Fernando Ferrín Calamita