El viejo dicho sindicalista rezaba -o apostrofaba- de esta guisa: Que se mueran los ricos y las mujeres de los pobres. Como sonaba fuerte, y la canciller alemana, Angela Merkel, no es sindicalista sino plutócrata, ha decidido invertir los términos: que se mueran los pobres. Eso sí, sin distinción de sexo, que el machismo es cosa fea.

Los consejos-ordenanzas que lanzó en España se han extrapolado al conjunto de los 500 millones de europeos de la (UE) en el Consejo del viernes 4. En nombre de la competitividad y la ortodoxia económica, Merkel predica el ajuste fiscal, lo que está muy bien, oiga, y Zapatero, convertido a la plutocracia (gobierno de los ricos) para mantener el sillón monclovita, le apoya con entusiasmo.

Ortodoxia económica significa, en el economiqués, lenguaje económico del momento, que los gobiernos no gasten más de lo que ingresan y no tengan que endeudarse de mala manera. Eso es positivo. Ahora bien, para lograr tan estupendo resultado, podemos hacer dos cosas: reducir los gastos o aumentar los ingresos del Estado. Por ejemplo, podemos reducir el tamaño del Estado y las prestaciones públicas a cambio de bajarle los impuestos a los ciudadanos. Me apunto.

Ahora bien, ¿es ésta la ortodoxia que impone la prusiana Merkel a todo el continente? No por cierto. De reducir impuestos nada, lo que hace es aumentarlos, lo que merma la riqueza de los ciudadanos -y hasta de las ciudadanas- o, si lo prefieren en economiqués, su renta disponible. Por cierto, los ricos están muy contentos, porque saben que aunque mantenga o aumenta los elevadísimos impuestos, el ajuste se hará vía salarios y, en todo caso, los impuestos que tienden a bajar en Europa son los que afectan al ahorro -es decir, al rico- y todo ello en nombre de la competitividad. Además, a cambio, exige menos salarios, es decir, fastidia al pobre. Definición de pobre, para que no me llamen demagógico: aquel que vive de su salario -sea trabajador por cuenta propia o ajena- y que una vez cubiertas -o malcubiertas sus necesidades primarias, no le queda nada para ahorrar ni para invertir en Bolsa. Bastante hace con llegar a fin de mes. Definición de rico: aquel que, además de cubrir todas sus necesidades, aún le sobra dinero para invertir. El plan Merkel protege al segundo y fastidia al primero. Pero ojo, lo hace por ortodoxia económica.

Oiga, Frau Merkel, al parecer pretende usted meter en vereda a los gobernantes europeos derrochones que emiten sin cesar deuda pública y luego hay que ayudarles a pagarla con planes de rescate. Me parece estupendo: lo que tiene usted que hacer es no rescatarles y que quiebre su deuda soberana. Pero claro, eso no le interesa porque, un ejemplo, si quebrara la deuda española pasarían dos cosas:

1. Que a los españolitos de a pie nos apretarían el cinturón -que nos lo van a apretar de todos modos, ya nos lo están apretando- y que los que perderían su dinero serían los titulares de esa deuda, colectivo que, por pura casualidad, es mayoritariamente alemán. ¿Que es lo que usted pretende salvar, Frau Merkel? La economía española o a sus ricos alemanes.

En definitiva, el plan Merkel consiste no en reducir impuestos sino en reducir rentas del trabajo y proteger a las rentas de capital. Es decir, a los ricos.

Este sistema plutocrático se ejecuta según su acusación a los españoles quienes, según ella, no siguen el modelo alemán gastar lo que se gana. Eso también está muy bien Frau Merkel, pero supone sensatez, no justicia. En primer lugar, porque el rico tiene capacidad de endeudamiento, con lo que malograríamos el mandamiento primero, y el pobre no. En segundo lugar, porque esas condiciones al conjunto de la Unión Europea supone la igualdad de los desiguales. Insistimos que el alemán cobra el doble que el español, por lo que no se le puede pedir el mismo plan de ajuste. Y ojo, porque en países como España, el ajuste se hace vía paro.

La entrada del euro significó para los españoles homologación de precios, que no de salarios. Ahora, Merkel quiere homologar condiciones fiscales y de déficit, pero no de rentas. No, si la chica no es tonta. Propone lo que beneficia a alemanes, franceses o británicos, y fastidia a españoles, griegos, europeos del Este y demás malpagaos. Y, al mismo tiempo, se siguen reduciendo, en términos relativos, las aportaciones de los países ricos al presupuesto común de la Unión, que ha sido siempre el verdadero mecanismo de solidaridad paneuropeo. Aquí sólo hay dinero para salvar la deuda soberana de Grecia, Portugal, etc. Y no porque se pretenda salvar a irlandeses, portugueses o españoles sino a los inversores alemanes propietarios de dicha deuda. El plutócrata más tonto hace relojes.

Este espíritu plutócrata (gobierno de los ricos y  para los ricos), el mayor enemigo actual de la democracia y las libertades, responde al mismo empeño del Fondo Monetario Internacional (FMI) que siempre aconseja a los Estados más pobres de la tierra -africanos, principalmente- que privaticen sus sistemas de pensiones con planes individuales de jubilación... a países donde la esperanza de vida no alanza los 50 años. La doctrina social de la Iglesia, basada en el salario justo y en distribución de riqueza de los ricos hacia los pobres por vía fiscal, camina hoy en dirección opuesta: son los pobres quienes ayudan a los ricos codiciosos que se pillan los dedos en los mercados de valores.

Y, naturalmente, los ricos corren presurosos en apoyo de la plutócrata Merkel y del plutócrata a la fuerza, o por su propio interés político. Zapatero. Observen cómo dos reconocidos izquierdistas, el banquero Emilio Botín y el banquero Francisco González, apoyan con entusiasmo el ajuste del Gobierno Zapatero. Lógico, porque el Plan Merkel, al igual que las reformas de Zapatero, benefician a las plusvalías, no a los salarios. Pero economía, se lo aseguro, no es igual a plusvalía.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com