Bélgica sancionó una ley sobre eutanasia en 2002, azuzada por Holanda. En ambos países el proceso fue controvertido por la oposición que tuvo que aguantar.

El catedrático de la Universidad de Hull (Reino Unido), Raphael Cohen-Almagor, ha realizado una investigación publicada en la revista Issues in Law & Medicine. Repasa los antecedentes históricos y desarrollos legales, así como los reiterados abusos contra la vida. De este modo se verifica la principal propuesta del profesor: se presume que la eutanasia es una cuestión ya superada e integrada en los hábitos médicos del país, asegura que es mucho lo que queda por hacer para que la aplicación de la ley no sea engañosa.

La indagación con decenas de horas de entrevistas a los ilustres médicos del país y las reflexiones de quince años viajando por las principales policlínicas de Bélgica, Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, Holanda, Australia y Nueva Zelanda. "La mayor parte de los pacientes, de acuerdo con el testimonio de los jefes de Departamento y de los comités éticos, se agarran a la vida a toda costa. La mayoría de los que expresan el deseo de morir lo hacen por temor al sufrimiento. Pero, controlado el dolor, con la ayuda de los médicos, muchos de los que expresaron ese deseo de morir modifican su actitud y desean continuar viviendo".

El adiestramiento del médico y la adhesión a los códigos deontológicos son exigencias apremiantes: "el reto de los médicos consiste en usar apropiadamente su influencia sobre los pacientes". En efecto, "los médicos tienen que ser conscientes del enorme papel que su consejo puede tener sobre el tratamiento elegido por sus pacientes".


En estos momentos se delibera en Bélgica acerca de la ampliación de la eutanasia a bebés y ancianos con lesiones mentales, como el carcinoma o la esquizofrenia. Aceptar que la existencia de los mortales disminuidos no merece la pena ser mantenida, es el paso siguiente por el precipicio resbaladizo de la eutanasia.

No es lícito matar a un ser humano para no verle sufrir o no hacerle sufrir, aunque lo pida. Nadie puede autorizar la muerte de un ser trascendental, aunque sea un enfermo incurable o agonizante.

La eutanasia es un grave atropello de la Ley de Dios, en cuanto que es una aniquilación premeditada y moralmente inadmisible de una persona humana.

"Los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razón deben ser alentados", afirma el Catecismo de la Iglesia Católica.

Clemente Ferrer

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