La Sexta cerró 2010 con pérdidas próximas a los 30 millones de euros. Planeta se niega a comprarla ante las exigencias de los Migueles y de Roures, avalados por La Moncloa: quieren mandar en A3 TV con un 20% del capital y, además, facturar. Rothschild no encuentra compradores para el paquete de Televisa

José Manuel Lara, principal accionista de Planeta, se plantó en Madrid en la mañana del martes y, como era de prever, se le preguntó por la fusión entre su canal televisivo, A3 TV, y La Sexta, donde mandan José Miguel Contreras y Jaume Roures. Su respuesta fue tan sencilla como críptica: primero que se aclaren entre sus accionistas. ¿A qué se refería?

Pues a dos asuntos: a la desfachatez de José Miguel Contreras, asesor de imagen de ZP, y de Jaume Roures, el hombre de Mediapro, que se autodefine como comunista y anticlerical, aunque probablemente no en ese orden. Desfachatez porque pretendían mandar con un 20%, como ahora explicaré. En segundo lugar, porque blindaban su joya de la corona, es decir, la producción propia y los derechos de retrasmisión deportiva, que serían vendidos a la propia A3 TV. Vamos, que querían mandar y, además, facturar.

En otras palabras, el grupo resultante de la fusión A3 TV-La Sexta seguiría siendo el grupo favorito de La Moncloa de cara a las próximas elecciones generales, seguiría promocionando la blasfemia y la cristofobia y seguiría comportándose como el grupo ultra-anticlerical que es ahora mismo. Y de paso, se salvaría de la quiebra a costa de Planeta.

Ninguna exageración: Mediapro sigue en  concurso de acreedores y su principal activo, La Sexta, terminó 2010, según han comunicado fuentes de la propia empresa a Hispanidad.com, con unas pérdidas de explotación próximas a los 30 millones de euros. Para ser exactos, porque todavía no se han hecho públicos sus resultados, la cosa estaría entre los 26 y los 32 millones de números rojos, arco con el que cualquier empresa puede jugar hasta el resultado final. Para un entramado que tiene a su núcleo duro en suspensión de pagos no está nada mal.

Y ojo, porque Jaume Roures y José Miguel Contreras han decidido huir hacia adelante. A pesar de las pérdidas de La Sexta han lanzado La Sexta 2 y La Sexta 3 con presupuesto cero, y para llenarlas de contenidos siguen firmando onerosos acuerdos con las grandes major, por ejemplo con Paramount. En otras palabras, que todo hace prever un año 2011 donde seguirán engrosando los números rojos. Y mientras, al accionista de referencia, los bancos le permiten lo que no permitirían a nadie, salvo a los muy progres amigos de ZP: una carencia total, capital e intereses, hasta 2013. Y a eso se le llama refinanciación. El Banco de España debería decir algo al respecto.

Lo primero que hay que entender es el mejunje accionarial de Mediapro-La Sexta al que aludía José Manuel Lara. Se trata de una estructura de capital propia de listillos, las famosas muñecas rusas o cajitas mágicas. Se trata de mandar mucho con muy poco capital: controlar la mayoría de capital de una tenedora de acciones que, a su vez controla el 51% de otra que, a su vez, domina el 51% del accionariado de una tercera. Con poco dinero -incluso justo con la mitad- mandas todo, mientras dejas tirado a un sinfín de minoritarios por la escalera. Nunca repartes beneficios porque tienes pérdidas, pero sí que pueden tener beneficios las instrumentales, dado que facturan a la muñeca más grande. Y si todo este esquema se fundamenta en el favor político de un sector concesional, donde todo depende de los canales nacionales que le venga en gana conceder al Gobierno, pues enseguida encuentras inversores. Vamos, que si al abajo firmante Moncloa le hubiera concedido cuatro canales nacionales, gratis, enseguida encontraría dinero y cuadros técnicos para ponerlos en marcha.

Centrémonos ahora en el accionariado del grupo monclovita: La Sexta pertenece en un 51,5% a GAMP, el 40% a los mexicanos de Televisa y el 8,5% a Gala Capital, propiedad de Alicia Koplowitz.

A su vez, el capital de GAMP corresponde en algo menos del 70% a Imagina, editora de La Sexta. El resto corresponde al señor Buenafuente, que así coloca su show -muy progre, naturalmente-, a la BBK, controlada por el PNV y el cocinero Arguiñano.

Por su parte, Imagina, corazón del entramado, corresponde en más del 50% a José Miguel Contreras, Emilio Aragón y Mediapro (propiedad de Jaume Roures, Tatxo Benet y Gerard Romy), además de al ilustre abogado Andrés Varela Entrecanales, primo de José Manuel Entrecanales, el multimillonario socialista de Acciona, el patrón más próximo a La Moncloa y el hombre que pegó el pelotazo en Endesa condenando a la primera empresa eléctrica española a caer en manos del Gobierno italiano de Silvio Berlusconi. Soberanía energética, que le dicen. Ellos detentan la mayoría, acompañados, con un 20%, por el muy católico empresario Juan Abelló -famosa su petición de disculpas a José María Aznar porque el Gobierno le presionaba para que financiara su tele favorita- y, atención por WPP, del ilustre sir Martin Sorrell, una de las piezas clave de la publicidad mundial. Sorrell es, además, uno de los puntales del Nuevo Orden Mundial (NOM), cuya ideología es, sencillamente, la cristofobia.

¿Y quién es el hombre de Sorrell en España? Pues Miguel Barroso, primer secretario de comunicación de Zapatero, esposo de la ministra Carme Chacón, a quien está empeñado en convertir en la sucesora de Zapatero, enfrentada al felipista Pérez Rubalcaba. Como las cosas nunca suceden porque sí, no hace falta explicarles que la ministra Chacón pasará a la historia por tres logros: haber encabronado a todos los militares por la llamada carrera militar, ideologizar el Ejército -la cúpula militar española es toda ella filosocialista- y expurgar a la milicia de cualquier referencia cristiana, incluidas las eucaristías a los patronos-patronas de las distintas armas. El sectarismo anticlerical del Ejército ha alcanzado cimas desconocidas. 

Dicho esto, ¿quién manda en Mediapro-La Sexta: pues los Migueles, eternos amigos, y Jaume Roures, tres ultras comecuras, encantados de colocar en horario de máxima audiencia al mayor blasfemo actual de la televisión española: el llamado Gran Wyoming.

Eso sí, las cuentas no salen. Los mexicanos de Televisa no son anticlericales, solo frívolos. Fueron llamados por el propio Gobierno Zapatero a invertir en La Sexta y están hartos de pagar, perder y no mandar.

Ahora bien, cuando Roures y Contreras negociaban con Lara, se empeñaron en blindar Mediapro: dicho de otra forma, en mantener los derechos de retransmisión -deportivos o no- facturando a A3 TV, amén de controlar el ideario, tal y como les exigía Moncloa. ¿Entienden ahora lo de los líos accionariales a los que se refiere José Manuel Lara?

Ahora bien, además de esa huida hacia adelante de Mediapro-La Sexta, gente que dispara con pólvora del Rey, a Roures y a los Migueles les ha salido otro sarpullido: Televisa. Tras la fusión fallida con A3 TV, reventaron el ánimo de los mexicanos, quienes pusieron su paquete en venta. La banca Rothschild, que algo sabe de esto, ha fracasado por el momento en su tarea de colocar el 30% de La Sexta. Y ya advierte que, en el mejor de los casos, podría obtener entre 150 y 170 millones de euros, lo que supondría una plusvalía más que dañina para quien invirtió 240 millones de euros, pensado que se iba a instalar en España para luego no mandar nada.

En resumen, Mediapro-La Sexta, el grupo de Zapatero, es un producto blasfemo y al borde del abismo contable. Pero cuando se tiene el apoyo del poder siempre se puede sobrevivir huyendo hacia adelante.

Además, Roures, Contreras o el esposo de la ministra, cuentan con otro activo: la absorción de Cuatro por la Tele 5 de Berlusconi, el rey de la telemierda. La crisis de PRISA y la conversión de CNN en Gran Hermano 24 horas, ha supuesto una subida de audiencia de La Sexta, que espera crecer en ingresos publicitarios en 2011 e incluso sostener el insostenible diario Público, un periódico nacido para loar al Zapaterismo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com