La agencia de publicidad argentina Savaglio TBWA diseñó una campaña publicitaria sacrílega sobre el uso del preservativo manipulando el Decálogo; incita a violarlo mediante la exhibición de fotografías de actos sexuales y llegando al extremo de llevar a cabo prácticas carnales, contrarias a la ley natural.

En Milán las autoridades prohibieron una campaña publicitaria basada en una versión de la Última Cena de Leonardo Da Vinci, en la que todos los apóstoles están representados por mujeres, incluso el mismo Jesús. La IAP italiana afirmó: La publicidad emplea símbolos que representan el fundamento de la religión y que no pueden ser utilizados para fines publicitarios.

También se han difundido unos spots de Renault en los que, el personaje que conduce el vehículo, escenifica el papel de Cristo prodigando milagros en la tierra mientras conduce su coche.

La Federación de Asociaciones contra el SIDA, encargó una campaña a favor del uso del preservativo para prevenir esta lacra mortal, utilizando la imagen del Sagrado Corazón que sostiene, en una de sus manos, un profiláctico.

Todos los vídeos promocionales de Lady Gaga tienen una carga blasfema. Pero, el último, titulado Alejandro, aparece vestida de monja tragándose un rosario, un corazón rodeado de espinas y como sacerdotisa con cruces invertidas.

En Inglaterra, Antonio Federici, el helado más blasfemo del  mundo, tiene problemas con las asociaciones de publicitarios del Reino Unido; presenta una campaña con una monja embarazada y dos curas con malas intenciones.

La irreverente campaña de publicidad del producto, de origen chino, Quick Fresh presenta a un sacerdote dando la Comunión a un joven, pero la hostia  -o sea, el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo- es una pastilla de menta. Delante del celebrante, que al darse la vuelta resulta ser una mujer, se observa una mesa redonda sobre la cual destaca un cáliz rodeado de hostias desparramadas.

Los creativos que han diseñado estas campañas publicitarias han perdido el norte. Para ellos el fin justifica los medios y esto nunca será así. La blasfemia es el arma de los cobardes.

Clemente Ferrer

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