Ya se habla de otros 10.000 millones de euros a pedir a la Troika, que se sumarían a los 40.000 ya recibidos. Y esto no tiene trazas de terminar. La única alternativa es dejar quebrar a los bancos quebrados, una forma de decir que se trate a los bancos como a cualquier otra empresa: si tiene que ir al concurso de acreedores, que vaya.

¿Por qué hay que dejar quebrar a los bancos quebrados La razón es doble: por un lado, el depositante lo es a la fuerza, porque no se puede vivir sin una cuenta corriente para formalizar pagos domésticos. Con el depositante, el banco actúa como un mero tenedor -y usufructuario- de un bien ajeno, y cobra comisiones para esa tenencia... y utiliza ese dinero para prestarlo a sus clientes de activo.

La segunda razón es que el inversor es aquel al que aún le queda dinero para invertir tras cubrir esos gastos diarios, necesarios para vivir. Por eso invierte. Esto es, no se trata de una persona económicamente vulnerable. Simplemente, es un señor que ha arriesgado porque quería más rentabilidad para su dinero. Y cuando se invierte se arriesga para ganar más, a veces se gana y a veces se pierde.

Los preferentistas acostumbran a mostrar carteles asegurando que no son inversores sino ahorradores. Pues no: al ahorrador, al depositante, no se le ofrecía una rentabilidad superior al 6%. Ni se le ofrecía ni se le ofrece.

Por España se ha extendido una peligrosa mentalidad que consiste en considerar que puede ganar sin arriesgar. Eso resulta peligroso.

Otra cosa es que haya habido engaño por parte de los directivos de sucursal al no explicar al cliente los pormenores de una participación preferente. Pero ambas afirmaciones se mantienen en pie. Eso sólo demuestra que también al inversor se le puede engañar. Pero no: los preferentistas no so ahorradores, son inversores.

Eulogio López

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