• Un poder absoluto "ejercido por una persona o un partido de forma dinástica o por medio de una oligarquía política y económica", añaden los prelados.
  • Y prosiguen: "La situación que vive el país exige urgentemente replantear el funcionamiento integral del sistema político, pues el poder se sigue concibiendo como patrimonio personal y no como delegación de la voluntad popular". 
En Nicaragua, los obispos le han arreado una buena 'tunda' dialéctica al actual presidente, Daniel Ortega, empeñado en reformar la Constitución para perpetuarse en el poder.



Por ello, la Conferencia Episcopal de la Iglesia de este país centroamericano envió a la Asamblea Nacional un documento en el que rechaza con contundencia la reforma a la Constitución propuesta por Ortega, acusándolo de querer instaurar un nuevo régimen familiar al estilo del somocismo, derrocado en la revolución de 1979, recuerda El País.



"Consideramos que la actual propuesta de reformas a la Constitución, vista en su conjunto, está orientada a favorecer el establecimiento y perpetuación de un poder absoluto a largo plazo, ejercido por una persona o un partido de forma dinástica o por medio de una oligarquía política y económica", escribieron los obispos.



"Poseemos la firme convicción de que lo más urgente en Nicaragua en este momento no es realizar cambios a la Constitución Política, sino purificar y rectificar la mentalidad y la práctica en relación con el ejercicio de la política, tal como lo afirmamos en nuestro mensaje del 26 de septiembre del 2012: «La situación que vive el país exige urgentemente replantear el funcionamiento integral del sistema político, pues el poder se sigue concibiendo como patrimonio personal y no como delegación de la voluntad popular»", recuerdan.



Por ello, prosiguen, "no consideramos conveniente proponer reformas a nuestra Carta Magna, sobre todo cuando estas reflejan la pretensión de un cambio sustancial e integral en el sistema político de Nicaragua, en un momento de evidente desmantelamiento institucional del país, con una llamada oposición política que se debate en luchas internas y descalificaciones recíprocas sin representar ninguna alternativa para el país; en un momento en que es inexistente la separación de los poderes del Estado y hemos sufrido experiencias continuas de irregularidades electorales y violaciones a la Constitución Política que han alterado el rumbo constitucional y democrático de nuestro país", agregó la alta jerarquía católica.



Los prelados añaden, además: "Una auténtica Constitución Política debería estar refrendada por la participación del pueblo, a través de un vasto proceso de consultas, sin exclusión de nadie ni de ningún sector de la sociedad y sin prisas inexplicables delante de un asunto tan grave para la nación. Sólo así la Constitución logrará generar auténticas dinámicas de integración en las que participarán las personas con confianza y responsabilidad en la construcción de la sociedad y el ejercicio del poder".

 

Y, por supuesto, aclaran: "Como pastores de la Iglesia Católica no es nuestro objetivo ofrecer soluciones técnicas, de carácter jurídico o político, pues no corresponde a la misión que Cristo le ha encomendado a su Iglesia (Cf. Sollicitudo rei socialis, 41). Nuestra contribución en el campo político no pretende otra cosa sino «servir a la formación de las conciencias en la política y contribuir a que crezca la percepción de las verdaderas exigencias de la justicia y, al mismo tiempo, la disponibilidad para actuar conforme a ella, aun cuando esto estuviera en contraste con situaciones de intereses personales» (Deus Caritas est, 28")".



Como recuerda El País, en un país profundamente católico como Nicaragua, la voz de los obispos tiene fuerte incidencia entre los nicaragüenses. El mismo Gobierno de Ortega lo sabe, por lo que ha intentado atraer a los católicos a su proyecto político. El Gobierno sandinista se define oficialmente como "cristiano, socialista y solidario" y la primera dama del país, Rosario Murillo, ha incluido en el discurso oficial símbolos del catolicismo. Murillo aparece todos los días en la televisión oficial, a la hora del ángelus de los católicos, haciendo referencias a la Virgen y a los proyectos sociales del Gobierno.



Pero el afán de Ortega es perpetuarse en el poder. El poder ejercido durante mucho tiempo es fuente de corrupción y abusos, como demuestra la historia.



Y, a eso, los obispos le han dicho 'no' a Ortega, por el bien común de la nación, lo cual no es meterse en política sino dar orientaciones morales sobre cuestiones de interés común.



José Ángel Gutiérrez

joseangel@hispanidad.com