Consejo Europeo en Bruselas. Hasta doña Angela Merkel, que es prusiana, ha caído en la cuenta de que no se puede estar permanentemente a dieta, y que se precisa combinar el no con el sí: de vez en cuando hay que comer.

Así que los líderes europeos han decidido que, tras años de ajuste, con 23 millones de parados en la Unión, 5,27 millones en España, ahora toca comer.

Europa tiene dos problemas económicos: demografía y paro. No tenemos hijos y los ancianos, poco solidarios, no se mueren a tiempo, con lo que nuestra pirámide de población es un desastre.

Y además, tiene unos mercados laborales ferozmente rígidos, con alguna excepción, como Reino Unido e Irlanda, dos economías muy tocadas que sin embargo tiene menos de la mitad de paro (Reino Unido casi un tercio) que España.

Se nos dice que Europa no puede competir con los emergentes, sobre todo China e India, pero es que esos dos países crecen a costa de salarios de miseria. Por tanto, si hay que competir con ellos, no se trata de reducir salarios sino de obligar a que ellos lo suban, aunque para ello haya que detener la globalización. Y sí, es posible, detener la globalización.

Y si para ello es necesario reducir los impuestos que gravan el empleo, pues habrá que reducirlos, con déficit o sin él.

Porque lo que plantean los líderes europeos, bajo el titular de "pacto fiscal" no es otra cosa que igualar ingresos y gastos públicos. Y eso está muy bien, pero puede hacerse aumentando los ingresos del Estado o reduciendo sus prestaciones. Es evidente que el camino a seguir es el segundo, no el primero. Y es igualmente evidente que el pacto fiscal no puede ser ajeno a una nueva política de rentas. Europa necesita homologar sus salarios -la igualdad de los desiguales es otra desigualdad-, es decir, subir los salarios bajos, e implantar ayudas a la natalidad, en concreto, un salario maternal: que toda madre reciba una renta mensual que le ayude a crecer a su hijo, verdadera pata fundamental del Estado de Bienestar. Ambas medidas son mucho más importantes que el pacto fiscal, es decir, un pacto sobre el déficit.

Si Europa sigue jugando a contracepción lo único que hará será hundirse. Y si sigue jugando a déficit cero a costa de impuestos altos y salarios mal distribuidos, ni solventará el déficit ni saldrá de la miseria.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com