Con un punto de partida que recuerda la popular canción de Cecilia: "Un ramito de violetas", Loreak (en euskera, Flores) arranca con el envío semanal, a  una mujer llamada Ane, de un ramo de flores mandado por un remitente anónimo. Un presente que enturbia la fría convivencia entre Ane y su esposo pero que, sin embargo, devuelve la alegría a esta desposada triste que arrastra una vida monótona. Sólo un accidente automovilístico de un compañero de trabajo pondrá en la pista a Ane sobre la identidad de su admirador secreto lo que le lleva a poner en marcha una costumbre poco entendible. Será entonces cuando en la vida de esta fémina se crucen  otras dos mujeres; Teresa y Lourdes, cuyas vidas se han visto alteradas por esos misteriosos ramos de flores…

Este largometraje enigmático, de argumento singular y sutil, no deja de intrigar, y asombrar, por la inteligente forma de describir, en imágenes, la tragedia que supone el desamor, la insensibilidad y la falta de comunicación. Todo ello narrado con un estilo visual realista, apoyado en unas convincentes actuaciones de un reparto euskero-parlante. Detrás de la cámara de Loreak  encuentran  José Mari Goenaga y Jon Garaño, quienes repiten juntos tras 80 egunean (En 80 días), una película vasca de temática lésbica.

"Sólo son flores" es una frase que se repite, un par de veces, en este drama humano que se mete de lleno en el universo femenino, pero esas flores nos hacen reflexionar sobre su utilidad: normalmente como vehículo para enviar mensajes tan hermosos como "te amo" o, simplemente, "te recuerdo" (ahora que estamos en fechas previas a la festividad del Día de Difuntos). Porque, como afirma con sabiduría una de las mujeres de esta sugerente trama: "una persona no muere mientras no te olvidas de ella". 

Para: Los que les gusten las películas originales aunque sean tan desconcertantes como ésta