"Niños de papá: id a la huelga general". Era la megapintada con la que amaneció el centro de enseñanza superior de los jesuítas en Madrid, el ICADE, el 29 de marzo, cuando los sindicatos CCOO y UGT habían convocado huelga general. El autor de la misma era una fino analista social: están los hijos de papá y los proletarios de los suburbios industriales. Así es el siglo XXI, como todo el mundo sabe.

La huelga fracasó, ante todo, por culpa de pymes y autónomos. Es curioso: los dos enemigos de la propiedad privada, el sector público y las grandes corporaciones, son los residuos -importantes residuos, ciertamente, pero moribundos-, que les quedan a los sindicatos de clase, a CCOO y a UGT.

Méndez y Toxo insistían a las 13,00 horas -una huelga triunfa o fracasa entre las siete y las nueve de la mañana. Y lo cierto es que la huelga ha fracasado por lo mismo que han fracasado los sindicatos de clase: hablan a una sociedad que no existe. Estas son las confusiones habituales de unos sindicatos, las dos centrales mayoritarias:

1. Ya no existen trabajadores y empresarios sino contratados y parados.

2. Ya no existen proletarios y empresarios, sino propietarios y no propietarios, que no es lo mismo.

3. Ya no existe capitalismo y socialismo, sino elementos económicos grandes y elementos económicos pequeños.

4. Ya no existen propietarios y desposeídos sino propiedad real -los pequeños propietarios- y propiedad fiduciaria -la propiedad financiera.

5. Hay una nueva generación que quiere salarios, y salarios justos, no subsidios.

Esta puede haber sido la última huelga general. O peor: CCOO y UGT están convencidos de que la única forma de que una huelga general triunfe es la violencia.

Eulogio López

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