"Ola de rechazo a la reforma Gallardón", esto es, a la promesa -¿nos fiamos del PP?- de que el Gobierno piensa suprimir el aborto eugenésico, que supongo es el más repugnante de todos los repugnantes abortos.

Lo cuenta el Periódico de Catalunya -grupo ZETA- siempre comprometido con la causa de los fuertes, sean los aborteros o sean los bancos que le han salvado de la quiebra.

La verdad es que la formidable ola de rechazo se concreta en el centenar de feministas -menos que en una boda-, todas ellas feísimas, aunque esto no es relevante, lo sé, quienes gritaban "nosotras parimos, nosotras decidimos". Una de las lideresas nos lo explicaba así: "Es que hablan como si fuéramos unas malas personas, poco menos que criminales". No señora, de poco menos dada, una criminal con toda la letra y, además, bastante cobarde, pues se ensaña con el más débil, indefenso e inocente: su propio hijo.

Naturalmente, el diario El País, ese al que los grandes bancos han salvado de la quiebra condonándoles la deuda que no le condonarían a nadie a quien no temieran, se ha lanzado a una campaña ligeramente repugnante en defensa de la matanza de minusválidos.

En aras de la objetividad periodística, Tele 5 llegó a sacar el caso de un matrimonio que se negó a abortar a pesar de que su hijo disminuido sólo vivió 18 meses. La madre dijo que no hubiera matado a su hijo por nada del mundo y que lo volvería a hacer (alumbrarlo y criarlo, no matarlo). Pues bien, la nuestra inclemente reportera terminó con las siguientes palabras: "Este matrimonio sí pudo elegir, otras no podrán". ¿No podrán qué? ¿Cargarse al niño?

Yo de mayor quiero ser progresista porque venden el mensaje con un cinismo impactante. En cualquier caso, el PP no solucionará el problema del aborto mientras siga siendo tan tibio. El aborto es un asesinato, señores, y el asesinato más habitual -un verdadero genocidio, producto de la homofobia, del odio a la vida- y mientras no se prohíba en su totalidad manifiesta, no hay nada que hacer. Respecto a estas feministas-buitre, además de chifladas hay que comprender que una vez que se huele la sangre los depredadores se habitúan a ella.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com.