Sr. Director:
Sin duda es la más grande noticia en lo que llevamos de siglo XXI: el Papa ha decidido presentar su renuncia. Pocos precedentes existen. El más reciente data de 1415. Muchos años antes del descubrimiento de América, el Papa Gregorio XII dejó el papado, en vida.

Por mi parte no albergo duda de que lo ha decidido hacer por el bien de la Iglesia, buscando cumplir la Voluntad de Dios, como siempre. Ha sido un acto de responsabilidad —habida cuenta de los problemas de salud que le aquejan a sus 85 años—, una decisión valiente, tomada y llevada con total discreción; ni siquiera el Cardenal Bertone la conocía.

Quizá algunos que criticaron a Juan Pablo II por no haber dado paso a otro Papa cuando estaba enfermo y muy anciano, por aferrarse al cargo, ahora acusarán a su sucesor de no haber tenido la valentía de aguantar hasta la muerte, como su predecesor. Lo cierto es que tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI han actuado en esto, como en todo, buscando hacer la Voluntad de Dios, entiendo que con santidad heroica.

Al comenzar el cónclave antes de la Semana Santa —termina su reinado el día 28 de febrero, sin que haya funeral alguno que dilate el comienzo del encierro de los Cardenales electores—, tendremos nuevo Papa antes del Lunes Santo; y en la Jornada Mundial de la Juventud, en Río de Janeiro, vitorearán al sucesor de este Papa.

El sabio profesor de Teología seguirá trabajando con amor los años que el Señor quiera añadir a su vida en la Tierra, como Papa emérito.

Rezaré por él todavía más, también por su sucesor, ambos lo necesitarán. Creo que eso deberíamos hacer todos quienes creen en Jesús, católicos o no.

José Enrique Serrano Expósito