La editorial Sekotia acaba de publicar el libro de Jesús Simón Pardo, titulado "Ganados por la Virgen". Uno de esos libros que no queda bien aconsejar en las tertulias a pesar de que su lectura aporta mucho más que el común de la lista de vendidísimos.

Se trata de un conjunto de biografías sobre conversos, gracias a la corredentora, es decir, el quinto dogma mariano que completarían los cuatro actuales. En la historia entran conversos del grupo de Oxford, el famoso médico Tahashi Nagai, al que le cayó encima la bomba atómica de Nagasaki, además de escritores como Paul Claudel o Gilbert Chesterton. Todos ellos intelectuales devotos de María, quizás porque entre esas dos condiciones hay contradicción aparente y complementariedad real.

Me parece de especial actualidad. Es el caso del médico francés Alexis Carrell, premio Nobel de medicina en 1912 por sus avances en los métodos de sutura, algo que salvó muchas vidas sobre todo durante la primera guerra mundial.

Pero la historia no empieza ahí. Comienza en 1902, cuando Alexis era todo un médico ilustrado y ferozmente ateo. Como parte de su trabajo, tuvo que acompañar a una de sus enfermas terminales al Santuario de Lourdes. Resulta que la tal enferma se empeñaba en acudir al santuario mariano de los Pirineos, aunque ya había sido desahuciada. Carrel sólo esperaba ya testimoniar su fallecimiento cuando, en plena gruta de Lourdes, vio cómo aquella paciente, en estado preagónico, cambió de pronto de color. La palidez se había trasformado en un color rosáceo, su vientre hinchado se había normalizado y vuelto plano, etc., etc.

El equipo médico de Lourdes certificó lo mismo que Carrell: aquella curación era uno de los milagros en los que siempre se había negado a creer. Es el gran problema al que se afrenta el agnóstico: en nombre de su dogma exige hechos y demostraciones pero cuando llegan los hechos demostrables, los de su partido, no quieren saber nada de él.

Así que recibió una respuesta que, explicitada o implícita, han recibido muchos cristianos. En su caso, fue el director de la Academia de Medicina de París: "Usted con sus ideas -las idas post milagro de Lourdes- no tiene nada que hacer entre nosotros. No se moleste porque jamás logrará lo que se propone por mucho que se esfuerce". Es decir, ser académico, el mayor reconocimiento para un médico.

Y la historia es bella e instructiva y, ante todo, extraordinariamente actual. Es más, en el siglo XXI, al igual que a comienzos del XX, puedes ser católico o respetable, pero no ambas cosas a la vez. Eso es pedir demasiado.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com