Sí, Ruiz Mateos ha vuelto a cometer el mismo error de antaño: crecer muy deprisa y a costa de deuda, es decir, de forma apalancada. Y se ha pillado los dedos. En ese sentido, es culpable.

Hasta aquí todo cierto. La primera lección de la crisis actual, que es crisis financiera, no económica, es que se debe crear riqueza, en principio, con recursos propios, con tu propio dinero, no con el dinero del banco ni con el dinero de los tenedores de emisiones.

Ahora bien, este fin de semana todos los medios públicos y privados se han lanzado a la yugular de la familia Ruiz Mateos y lo que menos se ha dicho de ellos es que eran unos estafadores. No me gustan la caza del hombre, que propenden a la calumnia. De entrada no es verdad, lo de la estafa, porque lo de Nueva Rumasa ha sido mala gestión (y eso ya es grave, que conste), gestión de alto riesgo, pero, hasta donde yo sé, no estafa. Y no hablan de una gestión peligrosa, sino de una gestión inmoral.

Ahora bien, si Nueva Rumasa acaba en quiebra será por razones económicas pero también por razones políticas. El 20 de diciembre Hispanidad ya advirtió que el vicepresidente del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba pretendía expropiar Rumasa, más que nada para demostrar su poderío y conseguir su propósito: que Zapatero dimitiera y le cediera el cargo. ¿Qué mejor que volver a expropiar al holding de la abeja? Naturalmente, sus allegados, más sensatos o menos borrachos de poder, le dijeron que eso era una gran estupidez, igual a la que Miguel Boyer cometiera un 23 de febrero de 1983, porque el coste recayó sobre todos los españoles. Ojo, y Rumasa todavía espera los 18.000 millones de euros que los tribunales aseguran les debe el Estado a los Ruiz Mateos por la tontuna Boyer.

Había que conseguir el objetivo por otras vías, es decir, haciendo que la imagen cree la realidad. Soy testigo y receptor de la confidencia de un portavoz de la gran banca española, prestamista de Rumasa, quien me aseguraba, a finales del pasado año, que la situación de Rumasa era insostenible. Y no lo duden, la manera de colocar contra las cuerdas a un grupo que da trabajo a cerca de 10.000 personas, consiste en exagerar sus debilidades, porque en materia de deuda, la imagen crea la realidad. Y así, a poco que el Gobierno y los poderosos del sistema financiero filtren esa mala situación para que la mal situación se haga realidad. A partir de ese punto, ya sólo se necesita que alguien inicie el proceso de concurso de acreedores y, a partir de ahí, los ingresos para pagar las deudas dejan de fluir o se reducirán considerablemente.

Miren ustedes, el apalancamiento de Nueva Rumasa es inferior al de, por ejemplo, el grupo PRISA, por poner un ejemplo. Y nada tiene que ver que las emisiones de Ruiz Mateos se hayan hecho al margen del mercado, es decir, al margen de la CNMV. Como si el regulador bursátil español sirviera de mucho.

No, desde el poder se intenta cargarse a Nueva Rumasa y creo que lo van a conseguir.

Es cierto que su caída será responsabilidad, en primer lugar, de sus propietarios, dado que este tipo de campañas fracasarían si enfrente hubiera un balance solvente y menos endeudado.

La primera intervención de Rumasa resultó un desastre económico muy superior al que hubiera provocado su elevada deuda. No había que derrumbarle sino aplicarle la ley y, si debía caer, que cayera... y volver a aplicarle la ley para que pagara a sus acreedores Con Nueva Rumasa sucederá exactamente lo mismo. No será intervenida, sino machacada, pero el efecto será el mismo: pérdida de puestos de trabajo y un reparto de activos -El Estado y los bancos serán los primeros que cobren- y a volver a empezar.

Con Nueva Rumasa ocurre lo mismo que con Banesto. ¿Había razones económicas para intervenir Banesto? Sí. ¿Fue intervenido, ante todo, por razones políticas? También.

Y aún existe una diferencia entre Mario Conde y José María Ruiz Mateos: aquel utilizaba el banco -y el dinero del banco, que no era suyo- para llegar a la Presidencia del Gobierno, lo que no ocurre con Ruiz Mateos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com