Camel Attig lleva casi tres décadas en una silla de ruedas. De chiquillo le prescribieron ataxia en el cerebro, un achaque hereditario que arruina su sistema nervioso. Condenado por los especialistas franceses, ha transitado a China. Se localiza internado en el Hospital Jingdong Zhongmei, en la provincia de Hebei, muy cerca de Pekín.

El departamento de neurología lo rige el doctor Huang Hongyun (en la imagen), un médico controvertido que ha fragmentado a la comunidad médica mundial con sus alborotadores métodos para curar padecimientos como el párkinson, Alzheimer, la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), el autismo y la parálisis cerebral. Desde 2003 ha intervenido quirúrgicamente a muchísimos dolientes arribados de todo el orbe, pinchándoles células de fetos humanos abortados, en la espina dorsal o directamente en el encéfalo.

Al principio aplicaba células procedentes de fetos que tenían entre 14 y 16 semanas de gestación, pero a lo largo de los últimos años ha progresado en lo que él denomina una "segunda generación en la terapia de neurorrestauración que incluye un tratamiento multicelular administrado por diferentes vías, así como estimulación eléctrica de los nervios, acupuntura y medicación".

"Un paciente austriaco con lesión en las vértebras no podía moverse. Tras el tratamiento, pudo girar la cabeza y mejoró su respiración", detalla Huang Hongyun. Aunque el controvertido facultativo aclara que su técnica aún no puede curar estas lacras, pero es capaz de detener su desarrollo y mejorar las condiciones de vida de los enfermos.

Lejos de controlar los tratamientos con células madre, los sanatorios chinos siguen experimentando con células embrionarias.

Aunque el Ministerio de Salud dispuso crear un registro con todos los hospitales que operan con células madre y frenar las pruebas en los no acreditados, hasta el momento nadie se ha registrado para explicar sus indagaciones y revelar el origen de sus fetos. Recientemente, el Ministerio de Salud determinó que los experimentos con células madre implicaban un alto riesgo y demandaban un asentimiento previo. La prestigiosa revista Nature, afirma que, en una estimación de 2009, existían más de un centenar de policlínicas, como la del doctor Huang Hongyun.

Por un mes de tratamiento, que comprende varias inyecciones de células y la estancia en el hospital, se abonan unos 19.000 euros. "Se trata de una suma considerable, pero es mi última oportunidad para mejorar o detener el avance de la enfermedad", se justifica Camel Attig, el paciente francés.

Por último, la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal, afirma que "ningún católico puede admitir, en ningún caso, prácticas como el aborto, la eutanasia o la producción, congelación y manipulación de embriones humanos". Para entendernos, las células madre adultas sí pueden y deben utilizarse en tratamientos médicos: no se mata a nadie y además se han conseguido terapias muy esperanzadoras para distintas patologías, entre ellas la regeneración de tejidos infartados. Por contra, las células madre embrionarias, sólo han conseguido generar tumores y, eso sí, matar embriones. En estos momentos, la utilización de embriones ha caído en picado en todo el mundo, especialmente en el país pionero, Estados Unidos, no por homicidas, sino por ineficaces y dañinas.

Clemente Ferrer

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