También Francisco Luzón, aunque éste simplemente espera su oportunidad. El problema es político: ¿quién indultará a Alfredo Sáenz? Rubalcaba dice que no, Zapatero no quiere abrir otro frente y a Rajoy no le apetece heredar la patata caliente. Encima, el indulto sitúa en el proscenio el problema fiscal de la familia Botín

Cinco meses ya desde que se conociera la sentencia del Tribunal Supremo sobre el caso Olabarría, que condenaba a pena de cárcel e inhabilitación al consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz. Se solicitó el indulto y el Gobierno Zapatero no está por la labor. Sobre todo el candidato Rubalcaba, necesitado del voto del 15-M –y de alguno más- que no está dispuesto a permitir que el Ejecutivo de su partido indulte al banquero mejor pagado de España.

Zapatero, por su parte, tampoco tiene mucho que ganar en el envite, salvo fastidiar a Rubalcaba, lo que sin duda puede hacerle ilusión, pero no tanta como para comprometer a todo el partido: le necesita para poder dedicarse a la actividad que desea cuando deje el Gobierno: alianza de civilizaciones, Naciones Unidas o cualquier otro organismo multilateral muy progresista.

La tentación lógica es dejarle el entuerto a Mariano Rajoy, el hombre que quiere gobernar desde el centro, el diálogo y la moderación. Vamos, que no le hace gracia pasar por amigo de banqueros. De hecho, eso es lo que retiene a la hora de nombrar vicepresidente económico al presidente del BBVA, Francisco González, o incluso a Luis de Guindos, que estuvo al frente de Lehman Brothers en España y Portugal.

Y lo malo es que el retraso ha provocado una guerra civil en el seno del primer grupo bancario español. Sobre todo, porque el consejero ejecutivo Juan Rodríguez Inciarte (en la imagen) ya no se corta un pelo: considera que debe ser él el sucesor de Alfredo Sáenz, sabedor de que Ana Patricia Botín nunca será CEO, sino que sustituirá a su padre como presidenta del Grupo.

Otro posible sustituto de Sáenz es Francisco Luzón, consejero ejecutivo renacido de sus cenizas y con el mejor historial bancario. La diferencia entre ambos es que Luzón no lucha por el cargo, sólo espera, mientras que el pequeño de los hermanos Rodríguez Inciarte tiene prisa. Alega que el caso Sáenz está menguando la reputación corporativa del Santander: no se puede tener a un CEO pendiente de un recurso ante el Tribunal Constitucional o pendiente de un indulto que no llega por motivos políticos.

Enrique García Candelas, el director de la red comercial, no aspira al cargo, aunque le gustaría mucho. En primer lugar no sabe inglés, en segundo lugar, siempre ha sido un hombre de Juan Rodríguez Inciarte. Y Rodrigo Echenique, el más fiel a los Botín, tampoco; entre otras cosa porque ya ocupó dicho cargo y porque lo suyo es la cocina. Eso sí, sin pasar por Sáenz: despacha directamente con Botín.

El problema no sólo es la guerra civil por el cargo del primer ejecutivo, sino que el caso Sáenz, y el interesado retraso en el indulto, lanza al proscenio lo que el banco le gustaría tener bien oculto: la elusión fiscal de los Botín, asimismo en la Audiencia a pesar de la regularización efectuada. Y es que nos movemos en el terreno de la reputación corporativa.

Aunque lo que más desea Emilio Botín es que se indulte a Sáenz y no hacer cambios, lo cierto es que la autoridad del CEO ha quedado en entredicho y no son pocos los que prefieren eludirle y despachar directamente con Botín… cuando éste lo permite…

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com