La película de la reunión del G-20 en México se cuenta así: resulta que Estados Unidos, Reino Unido y Francia quieren torcerle el pulso a Alemania y obligarle a compaginar los ajustes con la expansión.

Los ajustes, todos sabemos lo que significan: lo sufrimos en nuestros propias carnes: más impuestos, salarios bajos congelados en su bajura, más tasas, más cobros de servicios, menos funcionarios, etc., etc. Y los ajustes son buenos, porque intentan reducir el papel del Estado y otorgárselo a los individuos.

Ahora bien, ¿qué es la expansión? Para los alemanes, es algo que viene por sí sola una vez realizados los ajustes. Se ha visto que no es cierto. Entonces llegan Barack Obama, David Cameron y François Hollande y se llenan la boca con la palabra expansión. ¿Y qué es lo que entienden? Pues muy sencillo: darle a la máquina de hacer dinero. No, expansión no supone para el discurso económico imperante reducir los impuestos laborales y sobre el beneficio al pequeño emprendedor, por ejemplo. No, es sencillamente aumentar el océano de liquidez en el que habitamos.

Ojo: no digo que, por ejemplo en Europa, la solución a los problemas de España, extorsionada por los mercados financieros no sea esa. Ahora bien, no debemos olvidar que ese exceso de liquidez fue el que nos ha llevado a esa crisis. De hecho esta crisis no es más que una gigantesca burbuja financiera.

Eulogio López

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