Estoy convencido de que las alabanzas de Florentino Pérez (¡Oh capitán, mi capitán!) (en la imagen) a José Mouriño en la Asamblea del Real Madrid, eran una maniobra de despiste. Mouriño no constituye un peligro para el madridismo -que es más importante que el Real Madrid- a pesar de su obsesión por discriminar a jugadores españoles. Precisamente el Real Madrid, cantera histórica de la Roja.

No, lo que Florentino ha hecho es ratificar la plutocracia madridista. Quien quiere disputarle el cargo deberá ser socio del Real Madrid desde hace 20 años -gerontocracia, que le dicen- pero, sobre todo, deberá aportar como aval un patrimonio del 15% del presupuesto del club, pongamos, unos 70 millones de euros. Muy democrático. Algo así como si a todo candidato a la Presidencia del Gobierno -que es más importante que la Presidencia del Real Madrid- le exigieras un aval del 15% de los Presupuestos Generales del Estado. Ahora bien, Florentino asegura que no es plutocracia, sino "liderazgo económico". Vamos, que sólo los ricos puede presidir el Madrid -¿de dónde nos habrá salido tal calvinista nuestro capitán?- porque "esto no es un club de petanca".

Y ese es el problema, que la plutocracia nada tiene que ver con el madridismo, que era, entre otras cosas, la ilusión de muchos chavales, también de los barrios bajos, de llegar a jugar en el Bernabéu. Por cierto, la plutocracia florentiniana no se concreta en una defensa de Mouriño sino de sí mismo. La cosas no van bien en ACS y Florentino se dedica cada día más al Madrid. Y eso es lo que está haciendo: blindarse en la Presidencia del Real Madrid.

Eulogio López

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