La salida de un país pobre hundiría al pobre y dispararía el egoísmo de los ricos, pero la salida de un rico permitiría que la UE dejara de ser un banco y retornara a la solidaridad.

La historia crucial de esta semana es que Finlandia amenaza con salirse del euro. Sería maravilloso que lo hiciera. Animémosle entre todos. Al grito de "no queremos pagar la deuda de los demás", la ministra de Economía finesa, Jutta Urpilainen, con el apoyo de Holanda –es decir, los dos satélites de Alemania- han planteado su salida de Eurolandia.

La primera en la frente. Señora Urpilainen: si tenemos una misma moneda, si sólo hay una máquina de hacer dinero, si los 17 Estados del euro han donado su soberanía monetaria, entonces ya no cabe hablar ni de 'mis deudas' ni de 'tus deudas': son nuestras deudas. Porque con un euro común y unas rentas per capita tan diversas, resulta que el euro sólo ha beneficiado, en sus 10 años de vida, a los países ricos, en lugar de a los menos ricos de Europa.

Y si Grecia, España o Italia, abandonaran el euro, es cierto que sus nuevas monedas nacionales se devaluarían. Eso resultaría bueno para sus exportaciones pero, naturalmente, griegos, italianos y españoles serían más pobres y, sobre todo, iríamos a la Europa de dos velocidades, es decir, nos cargaríamos la Unión.  

Ahora bien, si fueran Finlandia Holanda o Alemania, quienes abandonaran Eurolandia, toda la Unión Europea se podría refundar sobre los principios… de los padres fundadores. Especialmente sobre los principios de aquel católico genial llamado Robert Schumann, que pergeñó una Europa con un presupuesto común, es decir, donde se trasferían fondos, que no créditos, desde los pudientes hacia los impecunes. Hasta Maastricht (1992) la Unión Europea era una comunidad plurinacional; desde entonces, es un banco. Y los bancos no "ayudan" a sus clientes, son los clientes los que ayudan a sus bancos, pues les devuelven el capital y, además, los intereses. Somos los españoles los que estamos ayudando a alemanes, holandeses y fineses, quienes se financian gratis mientras nosotros les pagamos un 7% de intereses. Un detalle: el principal inversor    

No son ni España ni Italia, ni Portugal ni Irlanda, ni tan siquiera Grecia, quienes debe temblar si Finlandia y Holanda se marchan: son éstos los que se echarían a temblar si Italia y España abandonaran el euro: Menos lobos caperucita finesa.

Porque la realidad es ésta: España tiene la misma moneda que Alemania y menos deuda, pero los alemanes se financian a tipos cercanos al cero mientras los españoles nos obligan a pagar  un porcentaje próximo al 7.  Sin embargo, el Banco Central Europeo y los fondos de estabilidad se niegan a comprar deuda española, o italiana.

De esta forma, todos los duros ajustes a los que Mariano Rajoy y Mario Monti están sometiendo a españoles e italianos, no han servido para nada porque se los lleva, en cuestión de días, el servicio de la deuda pública, es decir, don Mercado Financiero.