Vigésimo quinto aniversario de la caída del Muro de Berlín. Grandes reportajes, estupendas anécdotas, entrevistas con todos y todas... y escasísimas referencias oficiales o mediáticas a Juan Pablo II, el hombre, que sin armas de ningún tipo, ni tan siquiera un pequeño misil teledirigido o una vulgar división acorazada, con su palabra, su entusiasmo y su oración tumbó al comunismo, la mayor tiranía de los tiempos modernos.

Contar la caída del muro sin Juan Pablo II (en la imagen junto a Lech Walesa) es como contar la revolución francesa sin citar Napoleón, o la revolución soviética sin Marx y sin Lenin.

Karol Wojtyla, apoyado en la Solidaridad de Lech Walesa, es decir, en su Polonia natal, terminó con el régimen soviético que amenazaba a Europa -y a una dictadura que parecía invencible- y le dio la vuelta al mundo como un calcetín.

Pues bien, ha sido borrado de la lista de protagonistas. Esos silencios interesados también forman parte de la persecución a los cristianos. En este caso, la persecución a los católicos en Occidente: condenar al silencio.

Hispanidad

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