No, no me cae simpático el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo (en la imagen). Pertenece, al igual que su tocayo y amigo, el titular de Justicia, Alberto Ruiz Gay-ardon al sector progre del PP, lo que podríamos llamar la derecha pagana, sólo pendiente de saciar su insaciable ambición.

Ahora bien, dicho esto, la persecución iniciada por el diario El País contra Feijóo roza el esperpento. Una foto con un narco hace 15 años. Jó, con la gente que me habré fotografiado yo en el pasado. Esta es la mejor de las calumnias, las que se enraíza en un hecho cierto. Esa que, aunque a cualquier persona sensata le hace exclamar: "Bueno ¿y qué" pero que se presenta como la quintaesencia de la mugre.

Bien está la lucha contra la corrupción pero empieza a resultar sospechoso cuando las acusaciones son tan exageradas y cuando las denuncias de los medios informativos socialistas van contra el PP y la de los medios del PP van contra los socialistas. Piensen esto: ¿Cómo puede defenderse Feijóo de una acusación de este tipo Es imposible.

Este es un país cainita, siempre en guerra civil, pero el asunto ha alcanzado tales proporciones que ya lo único que nos queda es la guerra armada civil.

Y no olvidemos que la única forma de luchar contra la corrupción, la real y la exagerada, es la limitación de mandatos políticos en el tiempo. Cuando un político sabe que tiene que irse a plazo fijo no aspira mantenerse en el poder a toda costa.

Y no sólo reclamo limitación de mandato -inexistente en España- para el presidente del Gobierno, sino para cualquier cargo público de enjundia: ministros, diputados, senadores, presidentes de CCAA, alcaldes de urbes importantes y sigan ustedes contando. Máximo dos legislaturas e incompatibilidades para reciclarse en otro cargo público.

Ya verían qué pronto se acababa la corrupción… y la exageración. Y, de paso, sabedor el político de que, a los ocho años, debe volver a su oficio 'civil' se preocuparía más por el bien común y menos por su enriquecimiento personal.

Eulogio López

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