• Las Vegas Sands se instalará en Alcorcón y ocupará 750 hectáreas.
  • La construcción se divide en tres fases: la primera deberá concluir en 2017.
  • Ignacio González, feliz por los puestos de trabajo que se van a crear.
  • Pero el proyecto genera razonables dudas sobre su contribución al bien común: droga, prostitución, ludopatías.
En la mañana de este viernes se ha celebrado una reunión entre la Comunidad de Madrid y la empresa del millonario estadounidense Sheldom Adelson al término de la cual se ha hecho oficial lo que estaba cantado desde hace tiempo: que  Las Vegas Sands (conocido popularmente como Eurovegas, o sea, la réplica europea de Las Vegas) se instalará en el municipio madrileño de Alcorcón, en una zona que ocupará unas 750 hectáreas.

Habrá tres fases de construcción y la primera fase tiene que estar finalizada en 2017. La Comunidad espera sacar en abril el concurso para desarrollar el megaproyecto y que quede resuelto "este verano, a principios de septiembre". "Nuestro deseo no sólo es cumplir los plazos sino adelantarlos", ha explicado González (en la imagen junto al consejero delegado, Michael Leven). Se prevé poner la primera piedra del proyecto a finales de este mismo año.

Ahora bien. ¿Quién va a pagar esto González ha afirmado que en la reunión mantenida esta mañana con los representantes de Las Vegas Sands, el grupo ha asegurado que cubrirá el 35% de la inversión con recursos propios y ha garantizado al Gobierno madrileño que contará con financiación para concluir todo el proyecto. El consejero delegado de Las Vegas Sands, Michael Leven, ha confirmado que entre los inversores habrá bancos españoles. El resto se supone que será aportado con dinero público, es decir, de los madrileños y españoles.

González no ha podido ocultar su satisfacción por la llegada a Alcorcón de un proyecto que generará un "enorme caudal de confianza", una "inversión extraordinaria en lo económico" y "una oportunidad y esperanza para miles de trabajadores para salir de la lacra del empleo". Y sí, eso está muy bien: invertir y generar empleo y hasta riqueza.

El problema es anterior, es si un proyecto como este favorece al bien común. Porque alrededor de estos complejos surgen o son atraídas multitud de actividades paralelas, como la prostitución, la droga o las patologías asociadas al juego, y todo lo que ello trae consigo, como explicaba este lector de Hispanidad.

Esto dice el punto 2413 del catecismo de la Iglesia católica: "Los juegos de azar (de cartas, etc.) o las apuestas no son en sí mismos contrarios a la justicia. No obstante, resultan moralmente inaceptables cuando privan a la persona de lo que le es necesario para atender a sus necesidades o las de los demás. La pasión del juego corre peligro de convertirse en una grave servidumbre. Apostar injustamente o hacer trampas en los juegos constituye una materia grave, a no ser que el daño infligido sea tan leve que quien lo padece no pueda razonablemente considerarlo significativo".

El 'youcat' se pregunta (lo hace dirigiéndose a los cristianos, pero puede valer para otras personas, si ellas quieren, evidentemente): "¿Puede un cristiano participar en apuestas y juegos de azar". Y responde: "Las apuestas y los juegos de azar son inmorales y peligrosos cuando el jugador arriesga su sustento. Sobre todo cuando pone en peligro lo necesario para la vida de otras personas, especialmente cuando están a su cargo". "Es muy cuestionable moralmente jugarse grandes sumas de dinero en juegos de azar, mientras a otros les falta lo necesario para vivir. Además, las apuestas y los juegos de azar pueden crear adicción y esclavizar a las personas".

Inversión y empleo sí. Pero, ¿todo vale ¿A cualquier precio ¿Con cualquier tipo de proyecto ¿Justifican los riesgos antes citados una inversión pública de estas características

Catecismo de la Iglesia, punto 1906: "Por bien común, es preciso entender 'el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección' (GS 26, 1; cf GS 74, 1). El bien común afecta a la vida de todos. Exige la prudencia por parte de cada uno, y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad".

Punto 1909: "El bien común implica, finalmente, la paz, es decir, la estabilidad y la seguridad de un orden justo. Supone, por tanto, que la autoridad asegura, por medios honestos, la seguridad de la sociedad y la de sus miembros. El bien común fundamenta el derecho a la legítima defensa individual y colectiva".

Y punto 1910: "Si toda comunidad humana posee un bien común que la configura en cuanto tal, la realización más completa de este bien común se verifica en la comunidad política. Corresponde al Estado defender y promover el bien común de la sociedad civil, de los ciudadanos y de las instituciones intermedias".

Son elementos para la reflexión y el análisis para todo aquel que quiera seguirlos, libremente.

Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com