El drama de las preferentes y el cachondeo de los listillos: dos realidades distintas y distantes.

Chesterton dixit: "Las dos únicas cosas que pueden satisfacer el alma son una persona y una historia e incluso la historia debe ser la de una persona".

Esta es la historia -muy real- de un pobrecito jubilado aragonés, que tiene 200.000 euros empantanados, perdidos, en participaciones preferentes islandesas. Eran preferentes emitidas por los gélidos bancos del gélido y quebrado país y nuestro hombre ha llegado a llevar a Su Señoría, -pues en juicio estamos- las recetas de los ansiolíticos que ha debido tomar para combatir tan triste episodio, en el que ha perdido "los ahorros de toda una vida". Pobre ignorante en la abstrusa materia de la ingeniería financiera al que unos banqueros facinerosos –'dita' sea su estampa- han dejado con los bolsillos del revés. Y eso que era un inversor, perdón ahorrador, de perfil conservador.

Sólo que los abogados de los perfidísimos banqueros españoles distribuidores del antaño rentabilísimo producto, no se chupan el dedo y entonces muestran a Su Señoría el 'perfil inversor', es decir, el historial del damnificado: durante décadas el susodicho pensionista ha realizado operaciones intradía en bolsa, ha apostado por productos financieros especializados de alto rendimiento –o de alto despeñamiento-, su patrimonio bursátil total quintuplica la cantidad empantanada en preferentes islandesas, etc, etc, etc.

Nuestro hombre lleva 20 años especulando en los mercados pero ahora resulta que el malvado banquero se ha aprovechado de su ignorancia y buena fe.

A ver si nos entendemos: hay dos tipos de suscriptores de preferentes. Por un lado, los que han comprado, generalmente en las divisiones de banca privada, preferentes emitidas por entidades extranjeras. Esos sabían perfectamente lo que hacían porque tenían una cultura financiera media. Lo que pasa es que querían asegurarse un 7% de interés, no el 2-3% que podría ofrecerles una IPF o un depósito más o menos garantizado. Estos son los listillos que le presentan al juez recetas de ansiolíticos.

Luego están los suscriptores de preferentes emitidas por bancos nacionales. Ahí cuidado, porque realmente se han dado muchos engaños. Los directivos de sus sucursales estaban muy presionados desde la central para colocar preferentes que aumentaran la base de capital de sus entidades. Ciertamente sorprende que a un cliente al que se le estaba ofreciendo el 0,1% de una cuenta corriente o el 1,5%, no más, de un depósito a plazo fijo, no se pregunte por qué ahora le toca la lotería y la misma sucursal le ofrece entre un 6 y un 7%... sólo por el hecho de llamarles preferentes.

Pero, en cualquier caso, en este segundo grupo sí que ha podido haber engaño, especialmente en aquellos clientes, pongamos una viejecita, que simplemente invierte sus ahorros donde le dice el director de sucursal en el que ha depositado su confianza a lo largo de los años.

Judicialmente, en el primer caso, en el de las preferentes extranjeras, los bancos están ganando todos los juicios. En el segundo no, aunque todavía se han dictado pocas resoluciones, porque los afectados son más. Ahí, en muchos casos, ganarán los clientes porque realmente ha habido engaño.

En cualquier caso, se trata de responder a esta pregunta: ¿no se extrañaron estos damnificados ante el hecho de que, de la noche a la mañana, les triplicaran la rentabilidad?

Luego está la responsabilidad del Banco de España y de la CNMV. Julio Segura, el presidente del regulador bursátil (ver imagen), declaraba que se debería separar la supervisión de las entidades de la protección de los clientes, en dos organismos  distintos. Era una forma de darle una patada en la espinilla al Banco de España, que se ocupa de ambos, pero también a la propia CNMV. En otras palabras, era una forma de decir que el Banco de España se había preocupado más de una de sus funciones –la solvencia de las entidades, que necesitaban captar capital como fuera- que de la protección del inversor, y es también es función del supervisor bancario.

Claro que algo parecido puede decirse de la CNMV que preside el propio Julio Segura. Por ejemplo, la CNMV podía haber exigido que este tipo de productos sólo se colocaran entre inversores institucionales.

En cualquier caso. el movidón de las participaciones preferentes nos lleva a una cuestión mucho más grave: estamos haciendo una España de menores de edad, a lo sumo adolescentes, que, si no se salen con la suya, si no ganan dinero rápido, se aprestan a acusar a los demás de "privarles de sus derechos" (derecho a ganar más sin hacer nada, al parecer) o exigen al Estado, o sea, a los demás ciudadanos, que les satisfagan lo perdido, o lo no ganado.

Matizo: España se está convirtiendo en un país de adolescentes, no de menores. Porque los niños son inocentes y buscan la justicia, los adultos somos malvados y por ello preferimos la clemencia. Pero el adolescente no es inocente ni malvado, sino un listillo sin cuajo que exige que el resto del mundo enmiende el resultado de su codicia. Por ejemplo, para que pueda seguir forrándose con las preferentes fallidas.