Detrás de la producción, que no de la dirección, de El santuario, se encuentra el director James Cameron (Avatar), quizás por eso, no se limita a ser una película de aventuras catastrofista en tres dimensiones sino que encierra un mensaje pro eutanasia más que claro.

Un experto espeleólogo, al que acompaña su hijo con el que mantiene una  distante relación, dirige una expedición por la cueva subacuática más grande del mundo. Aunque los miembros de la expedición están bien preparados y van perfectamente equipados, una gran tormenta provoca que queden encerrados en el interior y se vean obligados a buscar la salida por el mar

Normalmente estos largometrajes  de aventuras añaden al componente de riesgo, un mensaje de valor y lucha por la supervivencia. Pero, en esta ocasión, esos elementos quedan postergados por una postura pro eutanasia y pro new age que no tiene justificación lógica en una película de estas características. De tal forma que en esta expedición al filo de lo imposible aquellos que quedan malheridos optan: o bien por suicidarse (para no retrasar a los demás) o bien por pedir al resto que les faciliten el paso al otro mundo mediante una muerte rápida Eso es lo que más chirría de El santuario pero, atención, su desarrollo dentro de la caverna acaba resultando pesado por claustrofóbico y extenso, y los diálogos son tan simples que caen en la puerilidad más absoluta.  

James Cameron debería intentar rentabilizar su dominio del cine en 3D con productos menos manipuladores.

Para: Los que quieran contemplar cómo se intenta manipular a los jóvenes (el público previsible de esta película) con contenidos anti-vida