• De Guindos quiere un banco tóxico de 100.000 millones de euros, pero la mitad de ese dinero será para Rodrigo Rato.
  • La pregunta es: si se aporta dinero público ¿debe apartarse, y perseguirse, a los administradores por mala gestión?
  • Rajoy no está dispuesto a que le acusen de ayudar con dinero público a los amigos.

Aumentan las divergencias entre el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y el de Economía, Luis de Guindos. Ya hay quien se atreve a pronosticar un caso parecido al de Carlos Solchaga: la pelea entre Alfonso Guerra y Miguel Boyer terminó con la derrota de ambos -por etapas: primero Boyer, luego Guerra- y el ascenso del ministro de Industria, Carlos Solchaga a rector único de la política económica. Aquí, el vencedor será José Manuel Soria. De Guindos ya se opuso al aumento del IRPF y ha logrado paralizar el del IVA.

En la reforma bancaria, De Guindos sigue apostando por un banco malo, público, que asuma los activos tóxicos inmobiliarios de los bancos. Algo a lo que se opone, no sólo Montoro, sino también bancos como el Santander y el BBVA, que lo consideran un agravio comparativo. Como advertimos en nuestra anterior edición, de los 100.000 millones programados para activos tóxicos inmobiliarios, la mitad corresponde a Bankia.

Y eso es lo que Rajoy no está dispuesto a aceptar: que el Banco tóxico parezca un regalo del Tesoro público a los amigos o correligionarios.

De Guindos argumenta que las fusiones con muletas aún son más caras, pero Rajoy sabe que, además de que puede esconderse mejor, las ayudas públicas a una fusión pueden llevar parejas sanciones a los malos gestores y una reducción de salarios, verdadero escándalo de las cajas en reconversión.

Por ejemplo, bien puede hacerse que todas aquellas entidades intervenidas lo sean a cambio de que, gestores antiguos o nuevos cobren lo mismo que los nuevos propietarios, es decir los directivos del Banco de España, lo que supone una rebaja muy singular.

Dicho de otra forma, Rajoy prefiere invertir más dinero público en intervenir bancos si a cambio puede adoptar medidas ejemplarizantes contra los malos gestores.

¿Y por qué Bankia es el problema? Pues porque Rodrigo Rato fusionó nada menos que siete cajas de ahorros, especialmente una castaña como Bancaja, otra CAM. Al final, la cartera inmobiliaria tóxica resultó inasumible. Rato ha intentado fusionarse con Santander, BBVA y Caixa, pero ninguno de los tres está dispuesto a aceptar a Rato como co-presidente, porque las tres están en mejor situación contable que Bankia.

Y no olvidemos que tanto De Guindos como Montoro fueron secretarios de Estado de Rodrigo Rato. Un riesgo de imagen que Rajoy no está dispuesto a correr. Es decir, que el problema es Bankia.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com