Sr. Director:
Recuerdo que cuando todavía no aparecía en el horizonte la crisis que asola hoy a medio mundo, pero de manera especialmente grave a Europa, el Sínodo de los Obispos para Europa ya anunciaba lo que se avecinaba con una frase profética: la pérdida de la esperanza en múltiples facetas de la vida.

La raíz de esa pérdida, según los obispos, radica en el intento del hombre de convertirse en el centro absoluto de la realidad y ocupar así el lugar de Dios. Las consecuencias más evidentes han sido el desarrollo del nihilismo, la pérdida de las referencias morales y un cínico hedonismo con la aparición de las crisis familiares, el retroceso de la natalidad, los rebrotes de los conflictos étnicos, las actitudes racistas y el aumento de la violencia en la vida social.
Jesús Domingo Martínez