• Los cajeros se quedan con dinero de los clientes que luego devuelven cuando quieren. Y sin pagar intereses.
  • Hasta una semana viene tardando el sistema 4B en devolver el dinero contabilizado pero no aportado.
  • Y, desde luego, el saldo disminuye según el importe sustraído. Más vale guardar el ticket.
  • Los bancos culpan a 4B y 4B -donde mandan los bancos- a las redes de cajeros de las entidades, donde la inversión ha caído en picado.

La crisis no sólo ha disparado la mora de los bancos españoles sino que ha forzado la caída en picado de la inversión en tecnología, con lo que se reduce la calidad del servicio. Por ejemplo, en la cadena de cajeros 4B, la más importante de España.

El cliente saca dinero en un cajero, el aparatito le devuelve la tarjeta, la factura que acredita el bajón que ha sufrido el saldo de su cuenta… y a renglón seguido cierra la visera metálica y se queda con el parné.

Si la anomalía se produce en horas de oficina, el cliente acude al mostrador interior y pregunta qué pasa con lo suyo. Mirada aviesa del cajero -el humano, no la máquina- e inspección ocular de la catadura externa del sujeto. Si no tiene pinta de mafioso le comunica que vuelva mañana, una vez hecho el arqueo.

Al día siguiente el cliente regresa, ya un tanto amoscado, y se le comunica que tenía razón, que no es un ladrón. En dos días, en cuanto la sucursal contacte con el sistema 4B, se le reintegrará el dinero. Mientras tanto, naturalmente, en la cuenta del cliente no figura el tal dinero ni puede hacer uso de él.

Con un poco de suerte, en una semana se le devolverá el dinero a su cuenta. Sin intereses, claro, y con las consiguientes molestias.

Si es un cliente habitual, en el banco le dicen que la culpa la tiene el sistema de cajeros 4B, pero cuando hablas con 4B, el 'enterado' acusa a los bancos -por cierto, sus verdaderos propietarios- del desaguisado, advirtiéndole de que, con la crisis, no han invertido en tecnología y el parque de cajeros y bases de datos patrio se está quedando obsoleto.

Y lo mejor es que ambos tienen razón… pero es el cliente el que se fastidia.

Andrés Velázquez

andres@hispanidad.com