Como hace unos años hizo el director Víctor Erice en su película El sol del membrillo, Fernando Trueba aborda en El artista y la modelo el proceso creador de un artista.

En la Francia ocupada de 1943, Marc Cross, un famoso escultor, lleva varios años sin trabajar hastiado de la vida. Su mujer, muy preocupada por su actitud, recoge en la calle a una joven refugiada española y le propone convertirse en la modelo de su esposo. La llegada de la vital Mercé le devolverá a Cross las ganas de volver a esculpir…

La inspiración, el esfuerzo que supone el proceso creativo de un artista, la belleza del arte por encima de bandos políticos; todo ello propone Trueba en esta película de autor personalísima, en la que el director madrileño se retrata íntimamente aunque el guión lo haya escrito en colaboración con Jean Claude-Carriére.

Una película dirigida a cinéfilos puesto que posee varios hándicaps: haber sido rodada en francés y en blanco y negro, y contemplar a Aida Folch, prácticamente desnuda todo el metraje.

Pero si se aceptan estos presupuestos este largometraje interesa porque, a través de las conversaciones sencillas que mantienen el artista y la modelo, se analiza el sentido de la vida y de la muerte, de la juventud pero también la vejez, y del enriquecimiento que puede suponer el cambiar impresiones con alguien diferente.

Con unas excelentes interpretaciones, donde el punto cómico lo aporta la genial Chus Lampreave, El artista y la modelo puede agradar a todos los interesados por el mundo del arte o por el cine no comercial. Eso sí, su cierre o, si lo prefieren, su desenlace resulta desconcertante…

Para: Los interesados en el mundo del arte