Numerosas entradas están realizadas por historiadores cercanos al socialismo o el comunismo, pero no ha habido críticas a sus biografías

 

La anterior entrada sobre Franco de 1991, tampoco lo tildaba de dictador ni de autoritario.

El diario ABC en la tercera de este jueves recupera la polémica sobre el Diccionario Biográfico Español y quien escribe no es un político o simplemente un pensador, sino Juan Van-Halen, un académico de la Historia.

Y es que tras el intento de chantaje a la Academia para que modifique el diccionario a cambio de seguir recibiendo subvenciones, es bueno que aparezcan voces reconocidas que defiendan su creación. Y es que en el fondo, las críticas a las entradas biográficas, tal y como se han expresado en varios corrillos políticos e incluso en el Senado, donde Joan Saura pidió ante la Comisión de Educación que se retirara el diccionario, se paralizara la editorial y se publicase una rectificación por "manipular la Historia", son simplemente un alegato ideológico y no una verdadera crítica histórica.

No habría más que leer la entrada que aparece en el Diccionario Biográfico de 1991 sobre Franco para ver que en ella tampoco se le tilda de "dictador" ni de "autoritario". Curiosamente en esa ocasión no hubo polémica. También se realizó en un Gobierno socialista, pero la mal llamada Memoria Histórica, no se había convertido todavía en histérica.

Pero es que además, si el argumento para criticar la entrada realizada por el historiador Luis Suárez es su posible afinidad ideológica, habría que cuestionar, como dice Juan Van-Halen, todas las entradas que han hecho otros historiadores de izquierdas sobre personajes como Marcelino Camacho, Nicolás Redondo, Felipe González, Buenaventura Durruti o Pablo Iglesias, por haber sido escritas por gente de la misma cuerda. Sin embargo, eso no ha levantado polémica.

Y es como dice el académico Van-Halen, quizás quien ha lanzado tales críticas es alguien que no ha leído la obra -y quien diga que así es, le ha debido dedicar muchísimas horas estas últimas semanas- o que simplemente quiere reescribir la Historia a su gusto, y así impedir su conocimiento. La conclusión de la tercera es bastante elocuente: "Hay que leer más y huir de la manipulación de la mentira. No se debe utilizar la Historia desde la frivolidad".

Juan María Piñero

juanmaria@hispanidad.com