Don Gerardo Díaz Ferrán (en la imagen) todavía tiene abierta una demanda contra Hispanidad, porque fue este periódico quien destapó el origen de la caída de Marsans: Aerolíneas Argentinas, la empresa que la SEPI que Aznar regaló a los 'Hombres G' -el fallecido Gonzalo Pascual y el detenido Díaz Ferrán- además de honrarles con generosas subvenciones.

La sindicatura de Accionistas de Aerolíneas Argentinas, en concreto el abogado Ricardo Muíños, así como el legado español Rafael Caro, iniciaron una aventura en solitario para que se hiciera justicia. Y consiguieron mucho. Por de pronto, Díaz Ferrán comparecerá en febrero ante la Audiencia madrileña por un presunto delito fiscal, aunque la acusación inicial era de desvío de fondos públicos en el caso Aerolíneas (ARSA).

Porque nada como ARSA, el comienzo del fin de Marsans, retrata el quehacer de ambos empresarios: vivir de las subvenciones públicas y de una rotación de pagos en la que siempre se quedaban sin cobrar un puñado de acreedores, generalmente los pequeños. A los grandes no se atrevían a no pagarles.

¿Y por qué se liberó de los delitos de desvío de fondos públicos y estafa documental? Pues porque estamos hablando de un regalo con subvención añadida, decidida por el Gobierno Aznar y mantenida por el Gobierno Zapatero. A nadie le convenía que el asunto saliera a la luz, ni al PP ni al PSOE y es una prueba de ello que cuando Cristina Fernández expropia Aerolíneas Argentinas a los 'Hombres G', nadie movió un dedo ni en el PP ni en el PSOE, muy distinto a lo ocurrido en YPF. Natural: en YPF España no tenía nada que ocultar en el caso YPF; un robo en toda regla, pero sí en Aerolíneas. O mejor, quien tenía algo que ocultar era la clase política ante todos los españoles, por el dinero que salió de las arcas públicas hacia Marsans para salvar Argentina... y que en buena parte, presuntamente, no se empleó para tal fin.

Curiosamente, todos los medios informativos, los mismos que ahora se ensañaran con Díaz Ferrán, eludieron el asunto, como lo eludió la clase política. Simplemente no interesaba. Y ya se sabe que cuando a la clase política no le interesa algo, la justicia camina lenta; cuando le interesa, como ahora con Marsans, camina a toda velocidad.

Los periodistas tampoco podemos sacar pecho: siempre hacemos leña del árbol caído o de aquello de "a moro muerto gran lanzada". Pero eso es el método del silencio de los corderos. A Hispanidad, la denuncia de lo desafueros de aerolíneas le costó amenazas y presiones por el PP y por el PSOE, además de la demanda de los dos empresarios, entonces todopoderosos, y a lo que prestaba servicios el bufete de Ramón Hermosilla, cuyos abogados aumentaron el número de lectores de Hispanidad, dado que se lo empollaban cada día, vigilantes, para poder silenciar al rebelde. Naturalmente, como suele suceder en esos casos, y ahora se demuestra, Hispanidad no se pasó en sus acusaciones: se quedó corta.

No le deseo ningún mal a don Gerardo. Es más, ahora mismo, lo que más me molesta es que todo el mundo quiera hacer leña del árbol caído. No hombre, no: era antes, cuando estaba en la cúspide, cuando había que haberle criticado. Ahora ya no es más que una cuestión judicial.

Y otra lección: la mejor subvención pública es la que no existe.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com