Decíamos ayer que los desahucios eran justos. Y que lo hay que hacer no es evitar por la fuerza un desahucio sino ayudar al desahuciado a que consiga una nueva vivienda.

Por cierto, que más que desahucio deberíamos hablar de embargos, porque, que yo sepa, el desahucio siempre se ha empleado porque se ejecuta sobre un inquilino, no sobre un propietario. Y los arrendadores suelen ser particulares, no bancos. Pero dejemos eso.

La historia es ésta. Unos okupas toman por la fuerza un local vacío de Cáritas en Burgos. De inmediato manifiestan su disposición a entablar buenas relaciones con el vecindario no okupa, que a ellos no les va la violencia, salvo que resulte estrictamente necesaria. Además, justifican su actitud en la "necesidad de buscar un techo por causa de la crisis". Además, porque todos los jetas se han convertido en leguleyos, han pegado un cartel en el que a título de "advertencia legal" recuerdan la inviolabilidad del domicilio excepto por orden judicial. Naturalmente, cuando los jueces actúen clamarán contra la Iglesia y los bancos.

A continuación, los muchachos se han dirigido a Cáritas, fementida institución de la pérfida Iglesia católica, que, por pura casualidad, es la propietaria del inmueble para "negociar" un acuerdo. Consistente, claro está, en que el obispado trague con la ocupación o se producirá el consiguiente escándalo.

El obispado tiene vacío el local porque las condiciones de salubridad le impide utilizarlo sin antes realizar obras para las que no han encontrado el dinero necesario. Así que ofrecieron a los okupas buscarles otro acomodo mejor a través de Cáritas. Naturalmente se negaron, porque ellos no admiten caridad, sino que ejercen su derecho a la vivienda en propiedad ajena, sencillamente... porque les viene en gana.

Al final, el arzobispado se ha visto obligado a demandar a los menesterosos luchadores por sus derechos, con lo que la campaña ya está servida. Pero lo reconozco, de esto no tienen culpa ni el Banco Central Europeo ni Angela Merkel. Los culpables son la multitud de caraduras existentes en este país llamado España.

Eulogio López