Sr. Director:

Que debemos sanear y hacer recortes en las cuentas públicas para la recuperación económica, nadie, salvo posturas de la izquierda extrema, lo discute.

 

Lo que hay que decidir cuáles son las partidas prioritarias a eliminar de los presupuestos, sin dar lugar a electoralismo demagógico, a 51 días de unas elecciones. Castilla la Mancha, anunció una reducción del 20% del presupuesto, en altos cargos, vehículos oficiales, televisión pública, liberados sindicales, y dos horas lectivas más a cada profesor.

En Baleares, se han suprimido 92 empresas públicas. En Navarra, también se pretende ajustar las cuentas en los gastos farmacéuticos, universidad y obras públicas. En Valencia, se suspende la Mostra de cine. En Cataluña, el tijeretazo llega a los ancianos, discapacitados, al sector sanitario y educativo. En Madrid, prescinden de 1.500 profesores interinos, a costa de 2 horas lectivas más. En Andalucía, los recortes, todavía insuficientes, han sido en educación. En Jaén, se está demorando la ejecución de la autovía del Olivar, la A-316, y de las obras de Despeñaperros; el Ayuntamiento, falto de tesorería planifica el pago de las nóminas atrasadas a Macrosad.

Estos recortes necesarios, por uno y otro partido, están dando lugar a incoherencias y demagogias partidistas, según quien los realice. Así, el candidato del actual partido del Gobierno anuncia que si es elegido subirá las pensiones y el salario a los funcionarios, cuando acaba de bajarlos; y critican al partido de la oposición de realizar en sus Comunidades recortes sociales, como en educación. Todo ello, pese a que algún ministro lleva a sus hijos a colegios privados bilingües, cuando en esa misma zona tienen hasta siete colegios públicos de esa naturaleza.

La oposición promete suprimir la actual ley del aborto, para dejar la anterior, con la que ya había 120.000 abortos al año. En fin, gane quien gane las elecciones, al día siguiente, ante el escalofriante escenario económico, es obligado entre los dos principales partidos, un acto de responsabilidad política y realizar un Pacto de Estado, para acometer las profundas reformas estructurales que precisa nuestra economía. De continuar con la espiral de la estéril confrontación partidista, ajena a los intereses generales, será el escenario perfecto para las incendiarias revueltas callejeras, y que al final tengamos que ser intervenidos por el FMI.

Javier Pereda Pereda