Sr. Director:

Las estadísticas recopiladas en los últimos 20 años revelan un paralelo entre el aumento del consumo de fármacos anticonceptivos y el aumento de las infecciones por VIH-1 en las mujeres.

 

Varios estudios epidemiológicos en el mismo período también parecen demostrar una relación. Estos estudios fueron realizados con distintos grupos de mujeres, desde madres casadas, adolescentes solteras y "trabajadoras sexuales", y se llevaron a cabo, en su mayor parte, entre las poblaciones de usuarios de clínicas africanas de planificación familiar. Pareció evidente un vínculo entre el uso de fármacos anticonceptivos y el contagio y progresión de la enfermedad VIH-1, aunque la mayoría de los estudios -por la razón que sea- no pudo llegar a conclusiones consistentes o fuertes respecto a este vínculo. Y nada sugirió como resultado que los programas de planificación familiar debieran ser modificados o reducidos.

Evidencia adicional de esa relación proviene de otros estudios que demuestran en forma concluyente que el uso de anticonceptivos hormonales está asociado positivamente con un aumento del riesgo de otras infecciones de transmisión sexual (ITS), como la clamidia.

La cadena de razonamiento es sencilla: las mujeres que toman anticonceptivos hormonales y esteroidales insertados en un fármaco tienen un mayor riesgo de contagiarse con enfermedades de transmisión sexual. El VIH/SIDA es una enfermedad de transmisión sexual. Por lo tanto, las mujeres que toman potentes fármacos a base de esteroides, llamados "anticonceptivos hormonales", corren un mayor riesgo de contraer el virus del VIH.

Pienso, Sr. Director, que es hora que los investigadores y los responsables políticos afronten en forma responsable estos hechos, para beneficio de las mujeres.



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