El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha atrevido a rectificar a Hispanidad. ¡Qué se habrá creído! Por el pequeño detalle de ser presidente de Gobierno osa negar la crisis de su Gabinete y asegura sentirse 'orgulloso de todos sus ministros". Lamentable.

Bromas aparte,  créanme si les digo que Rajoy barajó esa crisis y con esos nombres, presentados por uno de sus más próximos colaboradores desde la calle Génova. Al final, ha decidido que lo mejor es no abrir el melón de la crisis para no darle ventajas al enemigo socialista,  cada vez menos enemigo. Eso sí, para retomar la iniciativa política ¿tras el caso Bárcenas, fecha para dentro de un año la bajada de impuestos, aunque no especifica cuáles y a qué ritmo. 

En cualquier caso, casi en el cuadro de la legislatura, la tragedia de las falsas parejas se repite. Zapatero confió en su vicepresidenta primera y portavoz, la peligrosa Fernández de la Vega, hasta que se dio cuenta de que su segunda le estaba haciendo la cama. Tardó tiempo en cesarla porque habría revelado la crisis interna y cuando lo hizo fue para sustituirla por un Rubalcaba en quien la deslealtad  es el componente principal de su ADN.

Ahora se repite la historia con Maríano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría. Estamos en la etapa en la que don Mariano no puede prescindir de doña Soraya, a pesar de que la vice se ha puesto de perfil en el caso Bárcenas, adoptando una actitud de lo más institucional que enerva a Dolores de Cospedal y al propio Rajoy. Sin embargo, éste sabe que ahora no puede prescindir de Soraya, la mujer que, no sólo le supera en popularidad, sino que se ha convertido en nodriza de El País y de El Mundo, coordina el lobby de los abogados del Estado y, de postre, es la favorita de Merkel.

Ambos, ZP y Rajoy, siguen la fórmula de que cuanto más cerca del peligro más lejos del daño. Además, desde Alfonso Guerra y Rodrigo Rato, ningún número dos ha logrado desbancar a la número uno. De hecho, ha sucedido lo contrario. Pero no deja de ser un triste reflejo de lo que está ocurriendo.

¿Quién dijo que las mujeres no eran ambiciosas

Eulogio López

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