• Fiscalizar los depósitos es una injusticia que sólo provoca revueltas sociales.
  • El futuro europeo del pequeño país, en el aire.
  • Tras el 'no' ruso al plan chipriota, Anastasiades ha pactado con Grecia para desprenderse de las filiales de sus bancos.
  • Y Merkel, en su línea: desea que permanezca en el euro pero añade que "su modelo de negocio está muerto".

Desde que saltó el asunto del rescate a Chipre, y la solución -atraco- que propuso Bruselas, hay una respuesta unánime: la UE ha fracasado. Y lo ha hecho por varios motivos, pero el que sin duda se lleva la palma es la fiscalización de los depósitos. Medida totalmente injusta y que nunca se debió, siquiera, mencionar.

El caso es que tras varios días de reuniones maratonianas entre las autoridades chipriotas y miembros de la UE, así como con el Gobierno ruso, el futuro europeo del pequeño país está más en el aire que nunca.

Este mismo viernes, el Gobierno ruso ha dicho 'no' al plan presentado por el ministro de Finanzas chipriota, Michalis Sarris. Resumiendo: ofreció a los inversores rusos participar en una empresa pública de nueva creación a la que serían transferidos los activos de los yacimientos de gas de la isla. Por su parte, el ministro ruso descartó la posibilidad de conceder un crédito a Chipre, ya que se endeudaría por encima del máximo que le permite la UE.

Tras esta negativa, este mismo viernes el Gobierno de Nicos Anastasiades ha llegado a un acuerdo con Grecia para llevar a cabo la escisión de las filiales de bancos chipriotas que están en el país heleno. Estas entidades estaban exentas del impuesto a los depósitos planteado por Bruselas.

Mientras, la canciller alemana sigue en su línea. Le gustaría que Chipre continuara en el euro -a pesar de la extorsión europea-, pero avisa: “Su modelo de negocio está muerto". El caso es que ni en Bruselas ni en Berlín quieren asumir responsabilidades, que las tienen.

Andrés Velázquez

andres@hispanidad.com