Sr. Director:
Hace un tiempo sufrí unos alarmantes problemas digestivos: vómitos y diarreas, que coincidían regularmente en desayunos, almuerzos y cenas.

Acudí al galeno y en un principio me recetó unas pastillas. Al cabo de dos semanas no noté mejoría alguna, en ese momento empezaron los análisis y una dieta muy severa. La analítica no descubrió nada anormal y la dieta tampoco contuvo mis problemas.

Ante este cuadro el doctor, no apreciando nada somático y sospechando que la causa de mis males era más bien psíquica me derivó al psiquiatra. Al exponerle a éste los síntomas y habiendo leído el informe del anterior médico, me tumbó en el diván,  me recomendó que, imaginándome que estaba en el desayuno, hablase libremente sin cortapisa alguna.

A los cinco minutos el especialista me comunicó sus acertadas deducciones: "Usted desayuna leyendo el periódico, almuerza  y cena viendo las noticias en la televisión, de ahí arrancan todos sus problemas".

Mi cara de estupor fue tal que el buen señor me enseñó las notas que había tomado y se repetían insistentemente palabras como: corrupción, Gürtel, eres, cuentas, Suiza, Jordi, Bárcenas, comisiones…

Naturalmente me aconsejó que a la hora de comer dejase de leer la prensa o ver u oír noticias. También me recomendó insistentemente que me comprase unas pinzas, a poder ser esas que las nadadoras de sincronizada usan, y que con ellas me tapase la nariz durante todo el día, sólo debería quitármelas para dormir.

Mano de santo,  a partir de ahí mis problemas digestivos desaparecieron por completo.

Manuel Villena Lázaro