Esperemos que nunca nos pase lo mismo que a la dulce Nora. Tal como van las cosas...Anónimo.

Una dulce abuelita habla por teléfono al Hospital y pregunta tímidamente:

-¿Sería posible que alguien me informara cómo está una paciente?

La operadora contesta:

-Encantada de ayudarla, ¿cómo se llama la paciente y en qué cuarto está?

La abuelita con su voz temblorosa dice:

-Nora Fernández, habitación 302.

La operadora responde:

-Permítame ponerla en espera, mientras hablo con la enfermera del piso para poder informarle.

Después de unos 2 minutos, le informa:

-Tengo buenas noticias, la enfermera que en este momento está con ella me dijo que Nora va muy bien, su presión arterial y su glucosa ya están en su curso normal y su doctora, que la vio esta mañana, dice que le darán de alta el martes.

La abuelita dice:

-Qué alegría, ya estaba preocupada, Dios la bendiga, señorita, por las buenas noticias.

La operadora dice:

-Fue un placer ayudarla, perdón, ¿Nora es su hija?

La abuelita le contesta:

-¡¡¡No!!!!. Nora, soy yo, la de la habitación 302. Lo que pasa es que estoy internada por la obra social de los jubilados y pensionados. Como nadie me hace caso con el ¡timbrecito de mierda éste!, no me dan medicamentos, no me sirven comida, el enfermero no viene a verme y la médica hace tres días que no aparece, entonces antes de ayer me vine a mi casa. Estoy llamando para saber si ya estoy bien y si en ese ¡hospital de mierda! alguien se dio cuenta de que ¡¡¡me fui!!!