Lo dijo la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (en la imagen junto a Mas), y hay que reconocer que su ejemplo, por una sola vez y sin que sirva de precedente, resultaba pertinente.

Si en la participación ciudadana celebrada en el Véneto votaron más del 60% y no tuvo consecuencia alguna, ¿por qué había de tenerlo un referéndum donde ha votado la tercera parte de los llamados a las urnas por la Generalitat, esto es, menos de la mitad

Ni se les ocurre pensar que la mayoría de los catalanes ni quieren la independencia ni odian a los españoles
Precisamente. Pero, señora vicepresidenta, por eso mismo el Gobierno Rajoy hizo bien en impugnar ante el Tribunal Constitucional el referéndum previsto por Artur Mas… y precisamente por eso fue un error la segunda impugnación, la de la consulta o megaencuesta de participación ciudadana. Deberían haber dejado que el independentismo se cociera en su propia salsa. Ahora, el Ejecutivo, guardián de la ley, debe perseguir a Artur Mas por haber incumplido la orden del Tribunal Constitucional. O eso, o hacer el ridículo… o desobedecer a los tribunales, que es lo mismo que acusan en Moncloa a Artur Mas.

Rajoy paga ahora sus errores de no haber atendido, dos años y medio atrás, las reivindicaciones autonomistas de CiU. La prioridad sería la crisis pero no se trataba de repartir competencia y medios -los que hubiera, menos en crisis más en épocas de bonanza-. Además, ya saben ustedes que cuando la prioridad, la economía, se estropea, primero todo lo demás, y luego la economía. 

Artur Mas también se equivoca. Propone un diálogo imposible y ni él mismo sabe lo que quiere. Bueno sí: presa de su narcisismo adolescente, pretende ser el centro de atención de todo lo que ocurre en el país y en Europa… y a ser posible en el mundo mundial. Es más, le encanta que Madrid le niegue la independencia porque para él es una muestra de superioridad moral.

Y la locura cunde en Cataluña. He leído a dos buenas plumas en La Vanguardia, buen periódico. La una nos habla de que en Madrid 'a la derecha de la derecha' está avanzando en el guerracivilismo. Lo cierto es que es justo al revés: son los nacionalistas catalanes los que están fomentando el guerracivilismo.

La otra nos dice que el 'éxito' del 9-N es producto de la irritación catalana por el 'desprecio' de Madrid. Es justamente al revés, pero la ceguera narcisista no les permite ver lo evidente: son los nacionalistas catalanes los que están diciéndole al resto de los españoles: no quiero vivir contigo, hueles mal.

Y ambas, naturalmente, hablan en nombre del conjunto de Cataluña. Ni se les ocurre pensar que la mayoría de los catalanes ni quieren la independencia ni odian a los españoles. Ellos sí.

Se equivoca el PSOE. ¿De verdad piensa Pedro Sánchez que modificar la Constitución para hacer de España un país federal, solucionaría el problema catalán Los nacionalistas catalanes no quieren ser iguales que el resto de autonomías. Lo que quieren es ser distintos porque se sienten distintos.

Probablemente, lo que arregle el 'problema' catalán sea la rutina, dado que el acuerdo ahora mismo no lo veo posible. Es la rutina del cansancio, la misma que ya empieza a operar en Escocia, que opera en Quebec y en otros, no es patriotismo, sino nacionalismo. Y esto porque el nacionalismo no tiene remedio, dado que no se preocupa del Estado de Derecho sino del tamaño del Estado, pero también porque con politiquillos como Rajoy, Soraya, Sánchez o Mas no vamos a ninguna parte.

El problema, insisto, no es que Cataluña no se independice de España, cosa que no va a pasar. El problema es la llamada fractura social que ha contribuido a crear una fractura social -una más-, que nos lleva a la Guerra civil del todos contra todos. 

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com