De entrada, hay que alegrase de que el brazo derecho de Zapatero, José Blanco, haya salido indemne del caso Campeón.  Hay que alegrarse de que alguien sea declarado inocente y sentir que otro alguien acabe condenado. Sea los nuestros o de los de enfrente... si es que está claro quién es quién suyo.

Dicho esto: "Siempre creí que (José Blanco) era inocente. Ahora lo sé". Son palabras del secretario general del PSOE,  Rubalcaba, tras conocerse el fallo del Tribunal Supremo. Y aquí volvemos a uno de los grandes peligros de este Gobierno de los jueces en el que vivimos. Como no creemos en anda, y el hombre no puede vivir sin certezas, hemos decidido que la verdad absoluta (si es verdad es absoluta, si no es absoluta, no es verdad) es lo que dicen los jueces. Pues entonces, ¡que Dios nos coja confesados".

O sea, que don Alfredo creía antes de la sentencia y sabía después. Pues mire, no. Que Blanco haya sido declarado inocente no me dice que lo sea; sólo me dice que así lo han decidido unos señores tan falibles como yo mismo. Rubalcaba podía saber que Blanco era inocente tanto antes como después del fallo. O podría creerlo, aunque si el líder del PSOE profundiza un poco caerá en la cuenta de que creer y saber constituyen el mismo camino: creer es el origen del sendero del conocimiento y saber el término del mismo.

La verdad existe, y con ella existe la inocencia o la culpabilidad, independientemente de que los jueces dictaminen lo uno u lo otro.

Cosa distinta es que debamos respetar las decisiones judiciales. ¿O es que los magistrados no se equivocan nunca ¿O es que los jueces no padecen sus filias y sus fobias y faltan a la ecuanimidad en aras de sus prejuicios ¿O es que no hay jueces sobornados y jueces negligentes

Dicho esto, el caso Campeón también sirve para poner en solfa esa maravillosa teoría ('higiene democrática', repiten el Mundo y El País) de que si un político es imputado debe dimitir. Hombre no, deberá dimitir sólo cuando resulte condenado. Por de pronto, a Blanco ya le han hecho perder un año y medio de vida profesional (porque es un profesional de la política). Y ahora resulta que, sea inocente o culpable, le han declarado inocente.  

Otro caso es el de Yolanda Barcina. La Fiscalía del tribunal Supremo ha rechazado que se abra una causa contra la presidenta del Gobierno Foral de Navarra por el cobro de dietas de Caja Navarra. No se aprecian indicios racionales de criminalidad en su actuación, es el argumento. Sea inocente o culpable, que esa es otra cuestión, lo cierto es que la oposición navarra ya se había apresurado a solicitar su dimisión. Y entonces...¿Qué pasaría si hubiese dimitido

Eulogio López
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