De sucesión en su hija Ana Patricia, no quiso ni hablar. Dentro del plan de MAFO de tres grandes grupos bancarios, la salida de Nin precipitaría la fusión entre Caixa Bank y Popular Estaba tenso Emilio Botín, durante su comparecencia ante los medios informativos, mediodía del jueves 3, en la sede central del primer banco español, en la localidad madrileña de Boadilla del Monte que no quiso hablar de la sentencia del caso Alfredo Sáenz, adelantada por El Mundo, según la cual se inhabilita a su hombre de confianza, Alfredo Sáenz, por lo que debería marcharse a casa. Como no hay sentencia aseguró, no dice esta boca es mía.
Ahora bien, eso es falso. Botín, muy a pesar suyo, ya se plantea la sustitución de Sáenz. No pueden incumplir una sentencia del Supremo y, aunque preparan una nulidad de juicio por el caso del juez Colmenero, la sentencia es firme y se supone que de aplicación inmediata. Encima, se les han complicado las cosas. En primer lugar, por el nombramiento del magistrado socialista (bueno, filo-socialista), Pascual Sala, como presidente. Ya hemos dicho que desde que Teresa Fernández de la Vega no está en Moncloa, el banco ha perdido a la mejor atacabos en la Administración judicial, que controlaba a la perfección, incluida a la ex presidenta del TC, María Emilia Casas. Ahora hay serias dudas de que Sala admitiera el recurso y, sobre todo, la paralización de la ejecución de la sentencia.
Desde luego, si se consiguiera, tanto Emilio Botín como el Banco de España mantendrían a Sáenz a cualquier precio, porque pocos dudan de que ahora mismo es el mejor ejecutivo bancario español, pero parece complejo.
Por eso, por si un aquel, Botín prepara posibles sustitutos. En el banco hay gente disponible, sí, pero con mucha historia, demasiada. Y no puede ser su hija, Ana Patricia Botín, porque los fondos internacionales, principales accionistas del Santander (y de toda gran corporación financiera o industrial) no lo permitirían. Ana Patricia, en tal caso, sucederá a Emilio Botín en la presidencia y con un Ceo que no se apellide Botín.
Ahí es donde ha surgido el nombre de Juan María Nin, actual director general de La Caixa y futuro consejero delegado de Caixabank.
Pero todo el tablero bancario se mueve alrededor de la idea madre del Banco de España, y de su gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), de que en España sólo caben tres grandes grupos bancarios: Santander, BBVA y el tercero, previsiblemente capitaneado por La Caixa. Precisamente, de ahí viene el cabreo de Rodrigo Rato con MAFO, porque no debemos olvidar que BFA es el tercer grupo, no el cuarto, del país y el Gobierno Zapatero está haciendo todo lo posible para minar el prestigio del que fuera piloto económico del Gobierno Aznar.  
Dentro del plan MAFO, Nin, que fue director general de Botín tras la absorción del Hispano, y con quien mantiene excelentes relaciones, pasaría a Ceo del Santander, lo que propiciaría la fusión entre Caixa y Popular, ente Isidro Fainé y Ángel Ron. Eso sí, esa fusión, ya contactada, tiene un problema jurídico: Caixabank no cotizará en bolsa hasta septiembre, aunque eso puede arreglarse con una deuda valoración de activos.
Pero la sentencia repercute también, de forma directa, en la sucesión de Botín. Tampoco estaba cómodo el cántabro en la rueda de prensa del jueves. Antes de empezar el turno de preguntas, Botín advirtió a los periodistas que podían ahorrase las preguntas sobre la sucesión. Un detalle poco elegante... porque sí hubo preguntas sobre la sucesión, como no podía ser de otro modo: Botín cumplió 76 años el pasado 1 de octubre.
Además, toda la famosa sentencia Sáenz fue publicada, antes de estar firmada y redactada, por el diario El Mundo, dirigido por Pedro J. Ramírez, amigo de Ana Patricia Botín. Esa publicación convirtió una sentencia probable en sentencia segura. Las relaciones entre padre e hija, ahora en Londres por tres años, no atraviesan su mejor momento.    
Eulogio López
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