Fiel a su filmografía, el director y guionista, Rafael Gordon, elabora un proyecto personal,  dirigido a un público minoritario, sobre las razones que llevan al suicidio.

En un centro de rehabilitación para personas que han intentado suicidarse, tres hermosas jóvenes: Ana, Virginia y Silvia, asisten a sesiones de terapia. A través de esas reuniones el espectador va conociendo los motivos que les llevaron a esa solución tan drástica. Son mujeres amargadas y tremendamente destructivas.

Según se cita en la película alrededor de 3.200 españoles (la mayoría de ellos varones) se quitan la vida en nuestro país cada año. Indagar las razones de este drama parece que ha sido el punto de partida del director Rafael Gordon. En su desarrollo se agradece que más que vincular estos suicidios a teorías freudianas del psicoanálisis, se busque la raíz en situaciones tan humanas como el desamor en la infancia, la falta de valores o la ausencia del sentido de la propia existencia.

Pero la película, que parte de una propuesta ambiciosa y atractiva, no acaba de cuajar ni llegar a ninguna conclusión, a más a más no funciona porque es demasiado discursiva y pedante en muchos momentos. Tanto es así que lo menos señalado es que cuente con una puesta en escena modesta, cercana al teatro experimental.

Por tanto, este largometraje, de título atractivo, Bellos suicidios, resultará sólo apropiado para espectadores que apuesten por un cine diferente

Para: Los cinéfilos que no les importe ver proyectos arriesgados