Muy bueno lo del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso: se ha reunido con las comunidades autónomas y les ha dicho que debe reducir gasto porque España está "al borde del precipicio" y que deben decidir en qué lado del filo quieren estar.

No sabía yo que los precipicios, abismos, y demás oquedades tenían dos lados del filo. Para mí que sólo tienen suelo o aire por el que precipitarse al fondo.

Pero dejemos a un lado la semántica europea que es aún más deficiente que la burocracia de Bruselas. Porque los presidentes regionales bien podían haber respondido al jefe de los burócratas que la primera reconversión del gasto debería empezar por la propia Unión Europea, dedicada a salvarse a sí misma, es decir, a los políticos irresponsables que se endeudan, y a los banqueros irresponsables que se dedican a especular contra la deuda pública hasta llevar a la quiebra a un Estado.

Las autonomías españolas, como todos los Estados miembros de la UE son manirrotas y ahora deben pagar el pato. Ahora bien, el problema es que los conductores del autobús comunitario, por ejemplo, Durao Barroso, pretenden salir de la crisis premiando a aquéllos que nos han introducido en ella: políticos y banqueros, como creo haber dicho antes. Si un país no puede pagar su deuda que quiebre la deuda; si un banco no puede pagar las suyas que quiebre el banco. Incluso antes éstos que aquéllos, o no saldremos del fondo jamás de los jamases.

Porque el problema de Barroso no es que caiga al abismo, es que nos tira todos los demás... por ambos filos.

Eulogio López

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