Sr. Director:
Cuando un político pide una mayoría de votos excepcional y lo que obtiene en las urnas es una caída de votos excepcional, lo honrado es tener una cierta dosis de humildad, reconocer sus errores y poner su cargo a disposición de su partido.

Lamento que Artur Mas no lo haga en unas elecciones que además había planteado como un plebiscito sobre su persona. No admitir equivocación alguna y declarar que ni siquiera se le ha pasado por la cabeza renunciar es una actitud arrogante que tarde o pronto le pasará factura políticamente.

Al final Mas va a acabar dando la razón a todos aquellos que dicen que se ha creído su papel de salvapatrias mesiánico y ha perdido el contacto con la realidad. Algo que no permite pronosticar nada bueno ni para él ni para Cataluña.

Andrés Moreno