Todos aquellos que eran niños a comienzos de los años 80 recuerdan con cariño una serie de dibujos animados que ofreció Televisión Española y que en nuestro país titularon "Los diminutos". Pues bien, la película japonesa que nos ocupa, Arrietty y el mundo de los diminutos, está basada en la misma novela de Mary Norton "The Borrowers" pero dándole el genial toque del estudio de animación más respetado de Japón: Studio Ghibli.

 

Arrietty es una adolescente aventurera que apenas mide 10 centímetros de longitud y que habita, junto con su familia de diminutos, en un minúsculo hogar bajo las tablas de una gran casa campestre. Estos pequeños seres han hecho de su ocultamiento su forma de vida y su modo de defenderse ante los enemigos gigantescos que les rodean, como son los propios seres humanos y sus animales de compañía. Pero esta norma respetada durante años se la saltará Arrietty cuando conoce a un niño enfermo que ha ido a pasar unos días a casa de su tía…

Como guionista de esta deliciosa película de animación (ideal para toda la familia) encontramos a Hayao Miyakasi, considerado "El Disney japonés", aunque algunos de sus triunfos más sonados: La princesa Mononoke o El viaje de Chihiro agradan, en Occidente, más a un público adulto que infantil. Me atrevo a afirmar que eso no ocurrirá con Arrietty y el mundo de los diminutos, una aventura donde tiene un gran peso una historia de amistad y reconciliación entre seres de mundos diferentes, aderezada con una animación extraordinaria plagada de detalles y de situaciones llenas de imaginación y magia (es una gozada como está resuelta en imágenes la primera incursión al mundo de los humanos de Arrietty apadrinada por su padre). En este relato de animación también se habla del amor de la familia como resistencia inexpugnable ante las dificultades o del respeto de hijos a padres y al revés.

El toque ecologista y panteísta, en ocasiones algo antipático y siempre presente en las películas de Miyakasi, en esta ocasión queda muy atenuado (sólo se vislumbra al calificar el niño humano a los diminutos como especie en extinción) lo que se traduce en un largometraje tan bonito, que convierten a esta primera película de Hiromasa Yonebayashi (habitual colaborador de Miyasaki) en uno de los estrenos más interesantes de este otoño. Si quieren comprobar el por qué el cine de animación tradicional (en dos dimensiones) sigue siendo una apuesta digna de interés no se pierdan Arrietty y el mundo de los diminutos.

Para: Niños y adultos que les guste el buen cine de animación

Juana Samanes