Sr. Director:

Al margen de las discusiones sobre los posibles efectos secundarios de la píldora del día después (PDD) y sobre su consideración ética, el hecho de que su venta haya crecido un 83% desde que en octubre de 2009 dejó de exigirse receta, es una muestra más de la adicción al fármaco que padecemos en España.

 

Según el informe anual que acaba de presentar en estos días la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Informe Sespas 2012), España es el segundo país del mundo, por detrás de EE.UU., en el consumo de estos fármacos.

Según ha explicado Francisco Hernasanz, editor del informe Sesgas, "lo fácil ante un problema psíquico es recetar un ansiolítico; ante un insomnio que puede tratarse con medidas higiénicas recetar un hipnótico; ante un colesterol que no precisaría nada más que una dieta y ejercicio físico, lo fácil es prescribir un fármaco".

Y si este recurso fácil al fármaco ocurre cuando se necesita receta, ¿cabe esperar mayor reserva cuando, como en el caso de la PDD, es de libre acceso? Pienso que también en la conducta sexual una píldora, sea o no arriesgada, nunca puede sustituir a la responsabilidad y prudencia del "día anterior".

Jesús Domingo Martínez