Sr. Director:
Asusta ver la respuesta que desde determinados grupos se está dando a la propuesta del ministro Gallardón de defender la vida del más indefenso entre los indefensos.

Pues si la vida del nasciturus lleva 25 años amenazada, mucho más lo es la de aquel niño con malformaciones al que se está persiguiendo sin tregua y sin corazón. Hemos llegado a un punto en el que los propios ginecólogos tienen que protegerse diagnosticando malformaciones para no verse inmersos en una denuncia por mala praxis.

Si alguna vez hemos visto los ojitos de una criatura con síndrome de Down, por poner un ejemplo de malformación, nos habremos dado cuenta de que no existen niños con mayor bondad y más necesitados de cariño.

No son alimañas que haya que exterminar, son niños como los demás que sólo dan amor a sus padres y que son incapaces de hacer ningún mal. Esos ojos nos están demandando ayuda y ahora es el momento de ofrecérsela. No miremos para otro lado, alcemos la voz en su defensa.

Ignacio García-Juliá