La feminista histérica Soraya Rodríguez (en la imagen) a la sazón, soltó su habitual sarta de bestialidades:

1.- Que el aborto es un derecho.

Es decir, es un derecho que una madre asesine a sus hijos. Pero una estupidez repetida cien veces puede pasar por un tópico.

2.- Que el aborto ha existido siempre y siempre existirá.

Esto es muy cierto. Siempre ha existido y siempre existirá el homicidio, el robo, la estafa, los abusos sexuales y otros ultrajes. Pero no los convertimos en derecho ni los promocionamos ni los financiamos.

3.- El aborto es cosa de mujeres y el varón nada tiene que decir. Vamos, que nosotras parimos, nosotras decidimos (finísimo aserto que conviene recordar).

No, el aborto es cosa del padre y la madre.

De hecho, la paternidad responsable consiste precisamente en eso.

Ahora bien, fue la vicepresidenta primera, su tocaya Soraya Sáenz de Santamaría, quien le respondió por el PP, es decir, por el Gobierno. ¿Y saben qué No dijo ni una palabra sobre el aborto. Se dedicó a acusar a los socialistas de vagos, que sólo trabajan "los fines de semana".

Quien enmarca el debate gana el debate. El PP es un partido abortista y, por tanto, entre el original y el plagio la gente se queda con el original abortero: el PSOE.

Señor Gallardón y señora Sáenz de Santamaría: el aborto es un crimen y, por tanto, debe ser perseguido y castigado en defensa del no nacido.

Lo único que me vale del PP es una norma que prohíba todo tipo de aborto, es decir, el asesinato de un inocente, y que ayude a la mujer embarazada a tener y criar a su hijo. Por ejemplo, con el establecimiento de un salario maternal. Y de paso, obligar al padre a hacerse cargo de la educación y mantenimiento del hijo. Todo lo demás son pájaros y flores… de hipocresía pepera.

Miren ustedes, los provida no hablamos mucho del aborto, hablamos poco. Porque el aborto es el punto de prueba, más bien el punto final, de la degeneración de la civilización cristiana. Juan Pablo II lo explicaba así, ya por 1988: "Es necesario añadir que en el horizonte de la civilización contemporánea -especialmente la más avanzada en el sentido técnico-científico los signos y señales de muerte han llegado a ser particularmente presentes y frecuentes (…), pero en el horizonte de nuestra época se vislumbran 'signos de muerte' aun más sombríos; se ha difundido el uso -que en alguno lugares corre el riesgo de convertirse en institución- de quitar la vida a los seres humanos aun antes de su nacimiento o también antes de que lleguen a la meta natural de la muerte". Pues eso.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com