Sr. Director:
Hace cuatro años nació nuestro hijo Jesús. Un gran prematuro de 26 semanas y apenas 700 gramos de peso.

Como somos gente optimista hicimos lo que pudimos. Tampoco faltaron medios personales y materiales del SACyL... Pero a los 17 días, cuando ya pesaba más de un kilo y parecía que los médicos se hacían con él, murió.

Nunca entenderé que se permita abortar a niños como nuestro hijo, que podrían sobrevivir fuera con apoyo, y que lo realmente determinante para que la técnica actúe en uno u otro sentido sea la decisión, más o menos
voluntaria, de los progenitores.
La nueva Ley de protección del concebido equipararía a miles de niños a nuestro hijo Jesús. Porque el Estado está para apoyar al desvalido cuando no le apoya ni su padre (con perdón).

La nueva Ley también equipararía a miles de madres con mi esposa, porque ella contó con mi apoyo incondicional en todo momento, y ninguna mujer merece menos cuando, lo que está en juego, es su felicidad y la vida de su
hijo.

Por eso, pido que tramiten esta Ley ya, que perder un hijo no es un tema menor, y que hay pocas leyes que puedan afectar tanto a la vida de las personas como ésta.

Fernando de Pablo Gómez