El pasado jueves 3 publicó el Banco de España su último Informe de Estabilidad Financiera, una publicación semestral de complicada lectura, al que se agradece no sea excesivamente largo: apenas llega a la 90 páginas.

En ese estudio el organismo nos cuenta cómo ve la banca, sin dar nombres por supuesto, y nos apercibe de los principales riesgos que percibe en el sistema. Ya saben ustedes que las autoridades supervisoras son temerosas del futuro, porque si no lo fueran serían empresarios que verían oportunidades. Y ese n oes su oficio.

Como al documento, aunque no es largo, todavía tenemos que darle una lectura más amplia, nos vamos a centrar en los dos riesgos que nos destaca el informe: presión a la baja de la rentabilidad de las entidades y descenso de la actividad crediticia en España, por una parte, y potencial corrección abrupta de los precios en los mercados financieros, especialmente por culpa de la política monetaria de los EEUU, que podrían agravarse si el amigo americano desencadena una guerra arancelaria.

Y concluye que los bancos no son rentables y lo van a ser menos

En román paladino: que la banca gana poco porque los márgenes son estrechos y además otorga pocos créditos y que los norteamericanos, origen de todos los males europeos, pueden pifiarla si comienzan a subir los tipos y más aún si a Trump le da por proteger su mercado interior.

Me centraré en el primer de los riesgos que ya se ha ido notando en los comentarios a los resultados bancarios del primer trimestre de 2018 que venimos haciendo en Hispanidad. Banco de España ve que el negocio bancario interior, doméstico dice, con su afición a los anglicismos, no tira… y no tira porque los márgenes son muy estrechos pero, y esto es más interesante, porque el crédito decrece. ¿Pero entonces de que nos sirven tipos tan bajos si la gente no pide prestado o si las entidades no prestan? Pues mire usted, de nada.  La política monetaria expansiva es una medicina que se agota como todas si se utiliza un exceso porque el organismo se acostumbra a ella o porque los gérmenes desarrollan fortaleza contra la misma, como quieran verlo. Claro que el crédito crece con tipos bajos… pero eso tiene un límite porque la gente, en general, tiene más sentido común con sus finanzas personales que las autoridades con las propias y las de los demás. Luego está la preocupación porque esa amenaza es interior, es decir que para nuestro supervisor bancario España está agotada bancariamente hablando, por lo que sólo aquellas de nuestras entidades con posición internacional capearan estas poco halagüeñas perspectivas con cierto éxito. ¿Y las demás? Las demás a sufrir al Banco de España porque, a diferencia de las otras que se han sacudido el yugo de su supervisión, este se ha vuelto un histérico del riesgo de crédito y se mueve en un terreno curioso: quiere que den crédito pero no que asuman riesgo después de la última experiencia y las tiene fritas con el famoso Anejo IX de la Circular contable (la reciente 4/17) que te obliga a provisionar hasta por respirar. Y claro, así no se puede.

Al final, lo que tiene que hacer un banco es prestar dinero para actividades necesarias

Entre esto y el artículo que comentamos hace una par de semanas perpetrado por MAFO en el diario que se mantiene fuera de la órbita de la luz del día, está claro que nuestro supervisor ha entrado en la melancolía: ya no sabe para qué si sirve, si sirve para algo y lo que es peor, si quiere servir. Un drama.

Un par de décadas más de innovación tecnológica y fintech y la banca interior, la doméstica, como dice el Banco de España, porque cree que está a su servicio, va a quedar reducida a las cajas rurales, porque se centran en las necesidades reales de las personas, a pesar de su insistencia en que se centren en la foto.