Si estos días de vacaciones quieren pasar un rato divertido una propuesta ligera es contemplar Vuelta a casa de mi madre, una excelente muestra del humor galo que tanta aceptación tiene en nuestro país. Por problemas económicos, y con 40 años cumplidos, Stephanie regresa a casa de su madre, quien la recibe con los brazos abiertos a pesar de que tenerla en el hogar, de nuevo, resulta una dificultad debido a la vida independiente que lleva. La sorpresa desagradable de Stephanie es la mala aceptación de esa vuelta por parte de su hermana. El director y guionista Éric Lavaine nos confesaba, en una entrevista en Madrid, que "la buena comedia no debe romper con la realidad porque, si lo haces, te cargas la empatía de los personajes, los espectadores no van a sentirse reconocidos en ellos. En la sala de montaje corto, a veces, escenas muy divertidas pero que hacen que nos salgamos de la realidad". Esto, lógicamente, da lugar a que el espectador sienta gran empatía con los personajes que desfilan por la pantalla que no es que parezcan reales es que lo son: "Todo lo que se cuenta de esa familia ha ocurrido realmente en mi propia familia  o entre mis amistades. No me inventado nada y eso es lo que asusta: que es todo verdad". Porque los problemas derivados de lo que se ha llamado la generación "boomerang" no tienen desperdicio e, incluso, el claro mensaje que lanza la película sobre las diferencias entre hermanos. Eric lo expresaba de forma muy expresiva: "Creo que muchos problemas entre hermanos vienen de las envidias, de lo que no se dice, por eso esta película se entiende en cualquier país". Y, por esa razón, con Vuelta a casa de mi madre podrán dar vueltas a este asunto mientras se lo pasan realmente bien. Para: Los que les gusten las comedias francesas hechas con ingenio Juana Samanes